Quiero que La Lapa sea el Silicon Valley extremeño del biogás", anuncia Francisco Guzmán, responsable de una empresa que construye plantas de una energía aún desconocida y minoritaria en Extremadura. En cierta manera, ya lo es. El municipio pacense, con apenas 300 habitantes, es la sede del laboratorio de AGF Procesos, una compañía pionera en la región y en el país que estudia las posibilidades para desarrollar energía sostenible a partir de residuos que genera la propia naturaleza. La empresa que dirige el joven pacense cuenta con más de diez proyectos repartidos en todo el país y otras doce licencias más allá de las fronteras españolas, concretamente en distintos puntos de Reino Unido. Pero Extremadura sigue siendo su particular cuenta pendiente.

La energía hidráulica, fotovoltaica, termoeléctrica y térmica han recibido una gran acogida durante estos años en la región y según la Agencia Extremeña de Energía (Agenex) en el año 2014, produjeron más de 6.000 gigavatios. Sin embargo, la que transforma residuos de plantas, purines y subproductos ganaderos en electricidad y calor es aún un nicho baldío. David Encinas, responsable de energías renovables de Agenex sostiene que "a pesar de que en muchos países de Europa este tipo de plantas se han revelado como un éxito, con unas 5.000 en funcionamiento, en nuestra región, con una amplia tradición rural y un peso importante de la industria agroalimentaria, aún no ha comenzado a volar". En ese sentido, asevera que de momento, solo existe una planta de "producción de biogás de vertedero en Badajoz en el Ecoparque de Badajoz (de 0,8 MW eléctricos con dos motores) y algunos centros experimentales".

Es por este motivo que el afán de Francisco Guzmán le ha llevado a interesarse por la región y plantea la posibilidad de instalar no una, sino dos plantas de biogás en Extremadura. El primer destino lo tiene claro. En La Lapa, el pueblo de su madre. El segundo está aún por decidir, pero los socios de la empresa plantean Villafranca de los Barros o Almendralejo como posibles centros de operaciones. Tanto es así que los responsables de la empresa mantuvieron un encuentro con el presidente del Gobierno regional, Guillermo Fernández Vara, hace unas semanas para trasladarle su interés sobre la instalación en la región. Durante esa reunión se comprometieron con el máximo responsable de la Junta para presentar en una próxima cita propósitos concretos y planes de viabilidad. "La filosofía de la empresa es cerrar ciclos naturales", retrata Guzmán. Es decir, el propósito de la empresa es poner en marcha procesos biológicos para separar el gas utilizable de un producto inútil que se acumula en vertederos y aislarlo para el consumo sin alterar el orden natural de la tierra. A día de hoy, con respecto a su proyecto, se siente sorprendido ante la falta de impacto de una energía que considera "revolucionaria" y lamenta que Extremadura y España manifiestan un retraso de investigación "importante" en este aspecto.

IMPACTO MINIMO El punto fuerte, relata, es el impacto mínimo que supone su instalación, según pone de manifiesto Guzmán, el único daño que genera a la naturaleza es la obra civil que hay que llevar a cabo para construir la planta. En ese sentido, asegura que su empresa ha desarrollado una tecnología para evitar que las instalaciones alcancen "ese tamaño primario de plazas de toros que tenían en su momento". El punto débil aún, la frágil rentabilidad y por otra parte, debido a que la principal fuente de energía para convertir en gas son residuos, la zona puede concentrar olores en torno a las plantas de uso.