Con la temporada a punto de arrancar, las atracciones revisadas y recién pintadas, los seguros pagados, los camiones listos y la mercancía comprada, pero... sin ferias a la vista. Así ha pillado a las 1.500 familias de feriantes profesionales de Extremadura la crisis sanitaria que les ha dejado sin trabajo y sin ingresos. «Ya teníamos que haber comenzado la temporada. Nosotros trabajamos prácticamente de marzo a octubre, la campaña es nuestra única fuente de ingresos y en base a esos siete meses de trabajo organizamos nuestra economía», cuenta Rosa Morgado.

Ella es la portavoz en Badajoz de la Plataforma de Empresarios Empresarios y Empresarias Feriantes Unidos de Extremadura y lleva toda la vida dedicada a la feria, como sus padres. Sus hijos también trabajan en este sector y en la familia de su marido llevan ya varias generaciones. En la actualidad tiene la caseta de tiro más grande de Extremadura. «Antes era una tómbola, pero la crisis del 2008 y una enfermedad me obligaron a reinventarme». Como cada año, ya lo tenía todo listo para empezar la temporada en marzo en casa, en la feria del toro de Olivenza. Luego seguiría en Coria, Calamonte, Zafra, Oliva, La Garrovilla, Jerez de los Caballeros, Monesterio… «Básicamente nos movemos por Badajoz, somos ya mayores y no queremos viajar mucho», dice.

Pero la suspensión de las ferias y fiestas por toda España se ha llevado por delante no solo la actividad lúdica de los pueblos y ciudades, sino también su economía, la de 1.500 familias extremeñas y la de más de 30.000 en todo el país. «Los feriantes somos uno de los sectores más vulnerables ahora mismo por esta crisis sanitaria», dice Rosa. «Hay muchas empresas que están cerradas, pero podrán volver a abrir cuando pase el estado de alarma. No ganarán mucho, pero si están abiertos algo sacarán para poder comer por lo menos, sin embargo nosotros ni siquiera tenemos garantizado eso. Si no se permiten aglomeraciones, no se pueden celebrar ferias. Y nosotros nos quedamos sin trabajo y sin ingresos».

¿Hasta cuándo? «La temporada ya la damos por perdida, hasta el año que viene no creo volvamos a trabajar con seguridad. Si vamos con miedo al Mercadona...», apunta Antonio Martínez, empresario feriante de Cáceres y portavoz en la provincia de la Plataforma de Empresarios Feriantes de Extremadura. Aunque hay algunas ciudades como Plasencia o Cáceres que ya han decidido trasladar sus ferias a septiembre, los empresarios dudan de que realmente se puedan celebrar con normalidad. Y, además, «si las pasan todas a septiembre, tendremos encima que elegir a dónde ir», lamentan.

Antonio tiene dos atracciones y se pasa los siete u ocho meses de temporada viajando por Extremadura y Andalucía. Trabaja en ferias pequeñas pero también grandes como la de Sevilla, Jerez de la Frontera, Osuna, Rota, el Puerto de Santa María… en Cáceres, Plasencia, Badajoz… «Ya teníamos que estar en marcha y funcionando al 100%». Pero están en casa y las atracciones desmontadas. «Es una pena porque llevamos luchando generaciones enteras por este sector. Es un mundo muy duro, nos movemos mucho, arrastramos a nuestras familias y nos dejamos a seres queridos por el camino, en la carretera, como le pasó a mi hermano…».

Autónomos todo el año

Por eso, piden ayuda. La feria es un sector muy tradicional, familiar y que requiere de mucha dedicación. Además entre su personal se dan distintas situaciones. Hay empresarios que tiene atracciones y son autónomos durante todo el año. Ellos tienen ahora mismo como único ingreso la ayuda de 600 euros que otorga el Estado a los autónomos mientras dure el estado de alarma. Pero, además, hay otros feriantes que solo se dan de alta durante la temporada porque no se pueden permitir seguir pagando el autónomo sin tener ingresos varios meses y ahora se han quedado sin la ayuda estatal: «no van a meter dinero en casa hasta que no puedan volver a trabajar», apunta. Pero el sector también pide por sus trabajadores, temporeros en la mayoría de los casos sin más recursos que el trabajo para poder subsistir. «Hay muchas familias que ya empiezan a subsistir gracias a familia y amigos. Estamos en un momento de mucha precariedad», insiste Antonio.

A los ingresos que no están teniendo todas estas familias, se suman pérdidas económicas «porque para empezar la temporada tenemos que hacer un desembolso, comprar género, arreglar las atracciones, pagar seguros… Los meses de invierno los dedicamos a preparar todo, es cuando hacemos las inversiones para que esté todo listo en temporada y es cuando nos solemos gastar en esas tareas lo que tenemos, por eso esta situación nos ha pillado sin ingresos, con las cuentas a cero», añade Antonio.

Desembolso económico

«Tengo dos habitaciones llenas de material y mis hijas, que tienen una hamburguesería, tenían todos los productos ya comprados para la feria de Olivenza y otras cercanas, ¿qué hacemos ahora? Y esto le está pasando también a los turroneros, eso son pérdidas irrecuperables», dice Rosa, preocupada porque «es la primera vez en la vida que vivimos una situación como esta». Una situación muy excepcional que, reivindican, requiere también de medidas excepcionales que ayuden a subsistir al sector y a las cientos de familias que se dedican a él.

«Nosotros repartimos alegría y diversión, independientemente de los prejuicios que todavía existen, nos sentimos queridos por la gente y nunca hemos pedido nada a las administraciones, pero ahora necesitamos ayuda. Sin ferias, nos quedamos sin trabajo y sin ingresos».