«Estamos deseando empezar porque estas ‘vacaciones’ están siendo demasiado largas, pero sin medidas de protección no podemos. Y no nos han llegado aún», dice al otro lado del teléfono Elena Chanclón, una de las responsables de la peluquería Le Petit Salon. A finales de la semana pasada aún tenían esperanzas de poder iniciar el lunes la actividad. Pero se fueron disipando a medida que los pedidos de toallas, capas desechables y las dos más caras protectoras que han encargado para ella y la otra socia, Andrea Vargas, seguían entre los pedidos pendientes de su proveedor. Los patucos que tenían previsto proporcionar a los clientes ni siquiera entrarán en su pedido porque no hay. Y el resto no esperan recibirlo hasta el martes o el miércoles. Con eso, en el mejor de los escenarios podrán atender a las primeras clientas el jueves.

«Sabemos que están deseosas de que abramos. Pero les estamos pidiendo paciencia. Todo esto es nuevo, nos tenemos que ir adaptando y queremos hacerlo bien », añade. Entre los cambios que han adoptado, han eliminado la zona de espera y las revistas que había en el local para amenizar la espera, y cuando llegue cada cliente le proporcionarán una bolsa para que metan sus objetos personales. Además recomendarán a todas las clientas que acudan con guantes y mascarillas y espaciarán más las citas para que dé tiempo a desinfectar el local. «Sabemos que los primeros días van a ser frenéticos porque habrá muchos tintes que arreglar y seguro que algún que otro destrozo en el pelo cometido en las semanas confinados», dice Chanclón.