Para la mayoría de las personas el rojo es solo un color, para Cristina Díez-Madroñero el rojo también le suena muy rojo y redondo, y los sonidos agudos y el olor de la lejía amarillos. Tiene sinestesia, una anomalía en la percepción de una misma sensación a través de diferentes sentidos.

Cuando era pequeña, Cristina se angustiaba porque no entendía que un color tuviera un sonido o que el número cinco fuera azul y el siete naranja. Díez-Madroñero, directora artística y productora de cine natural de Garbayuela (Badajoz), descubrió que poseía esta cualidad gracias a un compañero que le dijo que «existía algo que se llamaba sinestesia».

El término sinestesia proviene de la fusión de dos palabras del griego syn que significa unión y aisthesis sentidos. «Es un fenómeno que ocurre en los humanos que en lugar de percibir las modalidades sensoriales de forma separada, cada una de ellas las mezclan», manifiesta Juan Lupiáñez, investigador del departamento de Psicología Experimental y profesor de neurociencia cognitiva en la Universidad de Granada (UGR).

Una persona con sinestesia percibe el mundo de manera extraordinaria: «Es algo que sucede de un modo natural. Siempre he tenido las sensaciones de color con los olores -huele a amarillo, a marrón-. No es que veas el color en sí pero sobre todo con el olor, es como una cualidad. Inevitablemente para mí los temas agudos y el olor de la lejía son amarillos de una forma inseparables. Es algo que tengo tan normalizado como la respiración», explica la extremeña.

En el lenguaje coloquial se utiliza la sinestesia: palabras amargas, de hecho como recurso literario se ha utilizado en la literatura universal y en los versos que la cineasta escribía con 9 años: «Cuando descubrí la poesía de Juan Ramón Jiménez me sentía muy identificada con lo que leía, fue cuando comencé a escribir lírica. El poema ‘Verde verderol’ me lo sé de memoria».

Cristina Díez-Madroñero se define como una persona sinestésica. Sin embargo, «no es algo de lo que he hablado mucho con alguien, lo transmito a través de lo que escribo pero la poesía es poesía y queda ahí. En mi casa es algo normal».

La joven relata que hay tonos que no le gustan porque le producen sensación de malestar: «Los azules muy claritos y el marrón verdoso, que es un color que está muy de moda, me genera una sensación de rechazo».

Neurociencia

Desde el punto de vista científico, Juan Lupiáñez explica el término como «un fenómeno que ocurre en los humanos que en lugar de percibir las modalidades sensoriales de manera separada cada una ellas, las mezcla. No es una patología ni una enfermedad». De hecho, se pensaba que era hereditaria, pero ahora no está clara esa evidencia. El profesor destaca que no se sabe exactamente cuál puede ser la causa de esta condición, pero la hipótesis más aceptada sería un problema de maduración neuronal: «Cuando nacemos y aún no se ha desarrollado el sistema visual o el sistema perceptivo , todas las personas tendríamos cierto grado de sinestesia y con la maduración cerebral, las áreas cerebrales se van especializando en una modalidad sensorial: forma, color, movimiento, etcétera y en algunas personas que son sinestésicas cuando se va estableciendo esa independencia en las diferentes áreas conectadas entre sí, hace posible que un individuo a partir de una forma determinada perciba un color particular».

Existen varios tipos de sinestesia pero los más comunes son los que tienen relación con el color: «Todos los que tienen el color como bien común inductor, la más usual es grafema-color: al sujeto que la sufre, la visión de los números le suscita colores de forma involuntaria y automática», añade.

El catedrático apunta que a día de hoy se desconoce la cifra de las personas que pueden ser sinestésicas. La mayoría desconoce que perciben la realidad de forma distinta, para los sinestésicos su manera de percibir los colores es común en todas las personas.

Por último, Lupiáñez señala que existen casos de sinestesia adquirida provocados por la ingesta de alguna droga alucinógena como el LSD (ácido dietilamídico lisérgico (lysergic acid diethylamine)) o en algunos periodos de epilepsia. «Se puede aprender a ser sinestésico en el sentido de Neil Harbisson que nació con una condición que se conoce como acromatismo, es decir, que su visión se limita a percibir solo en escala de grises», explica.