Hoy os propongo analizar tres hechos históricos relacionados con el libro.

El primero es sobre su aparición. Hemos hablado alguna vez de Sócrates y de una de sus máximas que expresaba que el sabio era el que reconoce su ignorancia. Sócrates no nos dejó nada escrito pero parece que dijo que la dialéctica, la oratoria, era superior a la escritura. Además parece que criticó la invención del libro porque predice que la memoria de los seres humanos caerá en desuso y por tanto desaparecerá en el futuro o al menos nos haremos menos sabios.

El segundo es la invención de la imprenta lo que permite por una parte la difusión masiva del libro y por otra el control del saber por parte de unos pocos, los editores. Algunos sectores de la iglesia critican este invento. Temen por una parte que el conocimiento se expanda sin su control y por otra que haya «libreros» que no comulguen con sus tesis y no les ayuden a divulgarlas o divulguen las opuestas. De hecho se cumple este presagio y el primero en aprovechar la imprenta es Lutero que difunde con facilidad sus tesis contrarreformistas.

El tercero de ellos es la invención del Libro electrónico. No quiero compararme con la iglesia y menos con Sócrates, pero he de decir que soy un nostálgico o un romántico. Predigo que Antonio y Juanjo seguirán comprando libros en papel dentro de 60 años. Lo que transmiten los libros a través de los sentidos es inimitable. El olor, el tacto o el verlos en la estantería.

Hoy, desde la distancia, no conozco a nadie que no vea las ventajas que el libro y la imprenta han aportado a la humanidad. Yo sigo sin ver las ventajas del libro electrónico. Lo que cuesta aceptar un cambio. Lo que nos oponemos.

Por cierto, me costó mucho ser lector.

Y tú, ¿eres lector?