Una década después de su puesta en marcha, el Programa de Cuidados Paliativos del Servicio Extremeño de Salud continúa siendo una referencia en España. Es pionero porque la actividad asistencial cubre al 100% de la población con su presencia en los ocho hospitales públicos, pero además porque lleva aparejado dos estructuras relevantes ausentes en el resto de comunidades: un observatorio de cuidados paliativos que evalúa la atención prestada y un plan de voluntariado que fortalece la asistencia de los enfermos y que además, no para de crecer.

El coordinador de este programa, Luis Lázaro, explica que cada año las ocho unidades de soporte multidisciplinares de cada hospital de la región atienden a unos 6.000 pacientes. Además de esas unidades base, "el observatorio es importante porque evalúa el desarrollo del programa y tiene una línea estratégica de formación e investigación y de difusión científica en el ámbito de los cuidados paliativos. Solo tres comunidades cuentan con este ente, Cataluña, Castilla y León y Extremadura, que destaca como pionera", como lo es en la segunda pata de este plan: el voluntariado.

La solidaridad ciudadana no deja de crecer y ya son 15 asociaciones y organizaciones sin ánimo de lucro las que integran el programa de voluntarios. Entre todas suman casi 300 voluntarios, el doble que hace solo tres años. "Sus tareas consisten en acompañar a los enfermos y a sus familiares, detectar necesidades para el resto de los equipos, sustituir al cuidador para facilitar su descanso, realizar pequeños encargos o tareas a las familias, fomentar las actividades lúdicas y entretenimiento y sobre todo escuchar", cuenta Lázaro. Esta tarea de los voluntarios complementa la tarea asistencial que realizan los profesionales de las ocho unidades. "Entre todos se cubren las necesidades asistenciales físicas como son el alivio del dolor, pero también las espirituales y de apoyo psicológico", relata.

PROCESO SELECTIVO El engranaje entre ellos es perfecto: cuando se detecta la necesidad de un acompañamiento se ponen en contacto con el SES y se busca al voluntario más idóneo. "No todo el mundo puede ser voluntario de cuidados paliativos, por las características de los pacientes", reconoce el coordinador. Hay que pasar previamente por un proceso de selección, realizar unas encuestas con los psicólogos de los equipos y posteriormente realizar un curso de formación sobre enfermedades terminales y avanzadas. "Muchos de los voluntarios ya han vivido de cerca la enfermedad terminal de algún familiar y se dan cuenta de las necesidades que hay de atender a esos pacientes. Tantos los profesionales de cuidados paliativos como los voluntarios destacan por su calidad humana y su implicación", subraya Lázaro.

Y si no es fácil para los voluntarios, cuya labor "es importantísima para llegar a los sitios donde la Administración no puede", tampoco para los equipos de profesionales. Las ocho unidades están formadas por un equipo multidisciplinar de médico, enfermero, psicólogo, trabajador social, para atender al paciente y sus familias desde todos los ámbitos tanto en un hospital como en sus domicilios. "Para los sanitarios tenemos cursos de burnout, para combatir el síndrome del quemado, ya que se trata de un trabajo difícil e intentamos que ese síndrome sea el mínimo".

De hecho su labor no termina en el paciente. "Siempre decimos que se trata de cuidar a las personas hasta el final de la vida y cuando esa vida se acaba para un paciente también hay que llegar a los familiares y atender ese duelo que puede convertirse en patológico". El resultado de la labor que todo este entramado ejerce con la máxima calidad profesional y humana ha sido reconocido por diferentes organizaciones y por los propios usuarios cada día. "El nivel de satisfacción es muy importante, siempre estamos recibiendo ánimos y apoyos".