Solo pedimos que no paren, que lo saquen del embalse cuanto antes. Que destinen los medios necesarios, porque si se mete en alguna corriente no lo van a encontrar nunca». La voz de Pilar Gutiérrez al otro lado del teléfono denota angustia y cansancio, y también que intenta manejar los nervios de estos días, contener emociones y ahogar lágrimas. Suena pausada intentando recomponer las lagunas que reconoce que tiene de esa jornada de domingo en la que se habían trasladado desde La Mancha al embalse del Cíjara para dejar allí una embarcación que su pareja, Antonio S. (se omite el apellido por expreso deseo de la familia) usaba poco y de la que había pensado desprenderse. Esa tarde de domingo en la que «un desgraciado accidente» ha dado pie a cuatro días búsqueda y de angustia, con la única esperanza de poder recuperar lo antes posible el cuerpo de Antonio del fondo del pantano.

«Hay momentos en los que no hay nadie buscando y yo entiendo que tendrán que parar, pero solo pedimos que haya más medios», insiste Pilar Gutiérrez, que fue rescatada también del fondo del embalse y trasladada al hospital de Talarrubias, aunque ya se recupera en su casa de Camuñas (Toledo). «Solo queremos tenerlo cuanto antes. Esto es una desesperación y aquello es enorme para la gente que hay buscando ahora mismo», insiste. Para la familia, cada parón en la búsqueda añade una dosis extra de agonía a la espera. «Dicen que están haciendo lo que pueden con los efectivos que tienen ahora disponibles. Hoy (por ayer) nos ha comunicado la Delegada del Gobierno que han pedido más y van a venir. Que avisen a la Armada, que también puede ayudar», insiste.

Desde el domingo el dispositivo se ha ido ampliando. Los trabajos de búsqueda los iniciaron el equipo de rescate subacuático CPEI de la Guardia Civil, con la ayuda de los Bomberos de Herrera del Duque y Cruz Roja, según informó el 112 entonces. A este dispositivo se unió dos días después una cámara subacuática de la Guardia Civil para intentar agilizar la tarea y ayer se incorporaron nuevos medios a petición de la Delegación del Gobierno: una unidad con siete efectivos de los Grupos Especiales de Actividades Subacuáticas (GEAS) de la Guardia Civil de Sevilla.

en un instante / «Todo pasó muy rápido» recuerda Pilar Gutiérrez. La pareja había llegado al embalse del Cíjara pasadas las tres de la tarde y les esperaban para comer unos amigos que tienen un negocio en la zona. Llevaban la embarcación de Antonio S. (de 45 años, nacido en Consuegra, de la provincia de Toledo) para dejarla allí, así que después de comer se dispusieron a meter la barca en el agua y probar si arrancaba el motor. Con ellos iban los hijos de ambos (los dos menores), pero solo el de Pilar, de 4 años, quiso subir a la embarcación con ella y con Antonio. De hecho el pequeño había estado jugando en la embarcación antes de que la metieran en el agua. «Pero no pensábamos dar un paseo, no llevábamos ni ropa de baño. Solo íbamos a dejar la barca allí», recuerda la mujer. Antonio arrancó el motor para comprobar que funcionaba y apenas avanzó unos metros antes de que el niño cayera al agua.

«No tuve tiempo ni de decirle que se sujetara. Cayó. Todo fue en un instante. No recuerdo nada, solo que me lancé a recoger a mi hijo, quizás demasiado pronto. No lo pensé, solo me lancé», dice ella. Porque en cuanto el niño cayó al agua, Antonio giró la embarcación para regresar a por el pequeño. Pero a Pilar el instinto la llevó a abalanzarse para socorrer a su hijo, que conseguía mantenerse a flote. «Yo me defiendo en el agua. Pero cuando llegué al niño estaba muy nervioso, pataleaba y me empujaba hacia abajo y sentía que me ahogaba», cuenta. Y poco a poco («fueron segundos, un minuto, no sé...») Pilar iba perdiendo las fuerzas: «lo último que recuerdo es que vi que Antonio lanzaba un salvavidas, pero que yo no llegaba a él. Y que yo me hundía. Y entonces empujé al niño hacia arriba para que lograra alcanzarlo».

El siguiente recuerdo para ella la sitúa fuera del agua. La sacó inconsciente, según explica, el amigo de Antonio con su embarcación. Habían recogido al niño con la ayuda de otras personas que había en la zona y después se lanzaron a por ella y fueron quienes le practicaron los primeros auxilios hasta que llegó la ambulancia del 112 al que avisaron de lo sucedido y puso en marcha el operativo. Supone que Antonio, que también «se defendía» en el agua, se lanzó igualmente a por ella al verla desaparecer. Tras ponerla a salvo, el mismo amigo se lanzó a por Antonio, pero ya no dio con él.

«Yo no conocía el pantano, pero según nos han dicho la zona en la que pasó todo es bastante tranquila, aunque de aguas muy oscuras y muy profundo», explica la mujer. A ella la rescataron el domingo a ocho metros de profundidad.