«Antes de morir mi madre me dijo que hiciera lo posible por salir de aquí. He tardado un año y un mes en llegar a España, atravesando Nigeria, Níger, Argelia y Marruecos y a pie el desierto del Sahara. En Argelia estuve recluido en una casa trabajando como un esclavo y sufriendo torturas hasta que reuní dinero para pasar a Marruecos. Entre siete compañeros pagamos los 300 euros que nos costó la lancha para cruzar el mar. Cuando nos encontró la Cruz Roja llevábamos 15 horas navegando. Si puedo quiero estudiar y poder hacer lo que todo el mundo quiere, trabajar», cuenta Donfack. Tiene 22 años y procede de Camerún, una república situada en el África cetnral, en la costa atlántica del Golfo de Guinea.

Aunque la situación socioeconómica de este país es más favorable que la de otros países del entorno, la corrupción, que salpica todos a todas las esferas de la sociedad, merma su capacidad de desarrollo, pese a contar con importantes recursos naturales como petróleo y madera. Camerún ocupa el puesto 153 de 188 del Índice de Desarrollo Humano del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo.