Oliver va asustado a clase cada día, «ya no duermo por las noches, voy con miedo al trabajo». María sufría las mentiras de un alumno: «decía que yo le humillaba y los padres le creían todo». «Se dedicaba a ponerme verde a través de Facebook», cuenta Andrés. Eva María perdió el control de su clase. «La situación llegó a tal punto que no me podía hacer con ella».

Estos cuatro nombres son falsos pero sus historias, reales. Son algunos de los testimonios de docentes extremeños recogidos por el Defensor del Profesor, un servicio nacional de atención inmediata y gratuita ante situaciones de conflictividad y violencia en las aulas que el sindicato ANPE puso en marcha en la región en 2007.

Esta semana ha dado a conocer su última memoria, relativa al curso 2016-2017, y vuelve a poner de manifiesto la situación que sufren muchos docentes dentro y fuera de sus centros de trabajo. En concreto, durante el curso pasado, más de 2.200 maestros y profesores del país marcaron el teléfono habilitado en busca de ayuda. En Extremadura recurrieron a este servicio 55 docentes (58% de Secundaria, 36% de Primaria y 6% del resto de enseñanzas), pero esto es solo «la punta del iceberg», advierte Beatriz Berrocal, la coordinadora del Defensor del Profesor de ANPE en Extremadura. «Para que un docente reconozca que necesita ayuda, que está pasando algo que trasciende de lo normal y que no es capaz de resolver, ha tenido que realizar previamente un trabajo interno muy serio. Cuando llegan a nuestro recurso ya están bastante mal, habiendo aguantado mucho, porque no es fácil».

PROBLEMÁTICA / ¿Qué situaciones denuncian? Hay casos de agresiones físicas, pero sobre todo se suceden insultos, faltas de respeto, denuncias falsas, amenazas, acoso, difusión de imágenes vejatorias,... en los que están teniendo relación directa el auge de las tecnologías y las redes sociales, que «han cambiado la cara de la conflictividad en las aulas».

Berrocal llama la atención especialmente por el aumento de situaciones de agresión producidas por los padres de los alumnos hacia los docentes, que suponen el 47% de los casos atendidos el curso pasado en la región. «Hemos recibido casos de amenazas con una posible denuncia si no hay, por ejemplo, un cambio en la nota de los alumnos... Y todo se ha visto favorecido por los grupos de WhatsApp de padres de alumnos donde se retroalimentan unos a otros y todo se magnifica», alerta. Los ataques de los padres, e incluso de abuelos, a los docentes se dan especialmente en los colegios, en la etapa de Primaria.

En cuanto a los hechos provocados por los propios alumnos, suponen el 36% de los casos de los docentes que recurrieron al Defensor del Profesor. Son más frecuentes en los institutos y en la etapa de la ESO, «cuando los estudiantes están pasando por etapas de configuración de su personalidad y sufren cambios importantes tanto físicos como psíquicos. Es un momento de falta de madurez y de objetivos definidos», destaca el último informe. Faltas de respeto, problemas para dar clase, acoso,... «Y no hay que olvidar que otro 15% de los problemas del docente están relacionados con conflictos entre compañeros o con el equipo directivo», aunque estos han disminuido respecto a la memoria anterior.

ACTUACIONES / Al otro lado del teléfono del Defensor del Profesor encuentran aliento y ayuda. «Lo primero que le decimos es que no están solos, que tienen un apoyo, que hay medidas que se pueden llevar a cabo, que hay un equipo detrás, que la idea es que se trabaje desde toda la comunidad educativa, desde la administración hasta los padres. Pero primero tranquilizarlos, calmarlos, apoyarlos y luego trabajar en función del problema con los agentes implicados en el caso que pueden solucionar su situación en ese momento», señala.

La sensibilidad con esta problemática en los centros educativos está a flor de piel en Extremadura tras las últimas agresiones físicas registradas este curso en tres institutos de la región. ¿Es positivo que salgan a la luz estos casos o puede tener un efecto llamada? «Es un arma de doble filo», reflexiona Berrocal. «Por un lado es cierto que puede ser un efecto llamada para otras situaciones de este tipo, pero a la vez, que estos casos salgan a la luz pública hace que compañeros docentes que están pasando por una situación similar se atrevan a denunciar, a contar sus problemas, y eso es también beneficioso».