Hay niños que no saben quién es Pinocho. Que desconocen que ante una vil mentira puede que les crezca la nariz como al mítico protagonista de ébano. Por eso, cuando Damián Gallego, médico y presidente de la oenegé Extremayuda, le dijo al pequeño Wilmer, de 6 años, lo que podría sucederle por engañarle sobre sus deberes, éste se inquietó. "Se puso rojo". Tanto llamó la atención aquella simple chanza que hasta la 'segunda madre' del niño, la persona que le cuida mientras sus padres penan en largas y maltrechas jornadas laborales, se preocupó. "¿Por qué le va a crecer la nariz? ¿La tiene sucia? ¿Qué le pasa?", le espetó.

Estas preguntas aún resuenan en la cabeza de Gallego casi dos años después de protagonizar la escena en el Alto Trujillo, una población marginal de Perú de más de 70.000 habitantes, donde su asociación desarrolla varios proyectos solidarios desde el 2009 por caprichos del destino. "Qué pena que no tengan con qué soñar, que no puedan conocer historias universales que ayudan a echar a volar la imaginación más allá de la pobreza y los problemas que ven a su alrededor a diario cientos de niños. Sin ilusión ni fantasía no pueden pensar que hay otro mundo", dice Gallego.

Wilmer es uno de esos niños sin sueños, inquieto y con una vida difícil, que recibe la ayuda extremeña para intentar mejorar su destino. Asiste a diario a una de las 25 'wawa wasi' --segunda casa en quechua-- impulsadas por esta oenegé que se preocupa por los menores cuando salen del colegio en ausencia de sus progenitores para evitar que caigan en la marginalidad que les rodea y que pronto podrán aparcar para dar paso a la fantasía, para soñar con Pinocho y hasta con Cenicienta si quiere.

Pequeñas bibliotecas

De esto trata el nuevo proyecto solidario de Extremayuda, que ha logrado reunir a los 60 mejores escritores extremeños de la actualidad en un libro de relatos cuya venta permitirá crear pequeñas bibliotecas con grandes cuentos en estos segundos hogares --son 25 en total-- que llenarán de historias nuevas esas cabezas víctimas de la pobreza. La iniciativa ha tenido tan buena acogida entre los autores que "el libro se nos ha ido de las manos", dice el médico. 'Letras para Crecer. Antología de autores extremeños' tiene 260 páginas que contarán con relatos inéditos o conocidos tantos de poetas como prosistas como Inma Chacón, Diego Doncel, Basilio Sánchez, Pilar Galán, Alvaro Valverde, Hidalgo Bayal, Pureza Canelo, Eugenio Fuentes, Javier Cercas, Luis Landero,... incluido Irene Sánchez Carrón y José Luis Bernal, decano de la Facultad de Filosofía y Letras, que han engrandecido el proyecto y se han encargado de la parte literaria. Y es que además del acto solidario, esta obra tiene un alto valor literario. "Es una antología de prácticamente todos los escritores extremeños".

La obra se podrá adquirir en los diversos actos de presentación que se desarrollarán en Cáceres (día 12, en el Colegio de Médicos, a las 19.30 horas), en Miajadas (día 18, en el Centro Cultural Palacio Obispo Solís) y en Trujillo (día 20, en el Teatro Gabriel y Galán). Con cada ejemplar hay una donación de algo más de ocho euros íntegros para el proyecto, gracias a que la iniciativa cuenta también con cuatro patrocinadores.

Así intentan desde Extremadura inundar de fantasía el futuro de las víctimas más vulnerables de la pobreza en esta zona de arena y casas de paja y adobe a la que emigró parte de la población peruana tras el fenómeno meteorológico que curiosamente se denomina 'El niño'. Extremayuda lleva cuatro años en marcha y sigue sumando proyectos en la zona, sin grandes fondos, pero con un firme compromiso con el que colaboran más de 300 socios, que son la principal fuente de financiación. Con su ayuda mantienen en el sistema educativo a 20 jóvenes peruanos que reciben una beca salario de 65 euros al mes. Han creado un pequeño centro, llamado Virgen de la Montaña, donde se imparten clases de preescolar y primer curso de primaria a 40 niños; mantiene los 25 wawa wasi, que el próximo año quieren ampliar a 30 en total para controlar a los menores de 10 años y además favorecen el trabajo y el bienestar de sus progenitores.

El colectivo tiene en marcha un taller de panadería y otro de calzado para las madres más necesitadas, un servicio de defensa de la mujer que se enfrenta a diario a casos de abandono, maltrato, litigios,... y un centro de cuidados paliativos, del que se encarga una enfermera contratada y que funciona gracias a la colaboración de un matrimonio de médicos peruano. "Me estoy llevando muchas satisfacciones, la gente es buena de verdad", dice Gallego en la sala de espera de su consultas y sede de la oenegé.