Carmencita era una niña que en los años 40 quería ser bailaora, pero su padre se opuso firmemente porque lo consideraba una mala vida. Ahora, a sus 87 años y enferma de alzhéimer, va a vivir la experiencia de subirse al escenario. El proyecto terapéutico Flamenco para Recordar, Coplas de un Recuerdo será también un espectáculo que se estrenará en el teatro Carolina Coronado de Almendralejo el próximo viernes 21 de septiembre (coincidiendo con el Día Mundial del Alzhéimer) y cuyos beneficios se donarán a la asociación de Tierra de Barros. «Está dirigido al alma y a la esperanza. Es una obra de pasión y sueños. Y se cuenta desde la más absoluta verdad. Hay una parte que se llama angustia que es la pelea del cuidador con la enfermedad, la cual tiene momentos muy duros», explica su autor e hijo de la protagonista, Paco Mora. La puesta en marcha de este montaje significa también para él recuperar parte de su terreno profesional como bailaor y como coreógrafo.

Conversaciones

«La escena se divide en cuatro conversaciones con ella que son totalmente improvisadas porque nunca se sabe cómo va a reaccionar. Yo la puedo ir encaminando, pero ella va a ser libre. La primera parte es la ubicación física y temporal; la segunda es la desinhibición, donde yo no le prohibo nada; la tercera es la de los recuerdos; y la cuarta es donde ella baila», explica.

Un proyecto de flamenco y emociones en estado puro. «Es algo muy distinto, llega muy dentro, al alma», asegura Daniel Nieto, farmacéutico de profesión pero que comparte la pasión por el taconeo y el compás. Él interpreta al padre de Carmen, al abuelo José, a quien no la dejó dedicarse al mundo artístico: «Sería un hombre de la época al que le importaría mucho el que dirán, por eso se opondría», comenta. «Yo siempre salgo emocionado de los ensayos porque es que a ella se le caen dos lagrimones cada vez que levanta los brazos y los mueve. Aunque quizá luego no lo recuerde, creo que va a vivir un día muy importante», asegura.

Casi una hora y media

El montaje durará casi una hora y media. Paco, su madre y el resto del equipo van uniéndose cada vez más en cada ensayo. En ellos, Carmen disfruta como aquella niña de los años 40 que desde muy temprano ya tenía claro qué le removía por dentro.

Ahora, a sus 87 años y enferma de alzhéimer, cumplirá su sueño.