Tras días de lluvia e incluso granizo, el sol lució ayer domingo con intensidad y animó a los extremeños a salir a la calle. La jornada se volvió a pintar de primavera y el buen tiempo hizo que pueblos y ciudades recuperaran parte de esa ‘normalidad’ de domingo que tanto se ansía: las cañas con la familia y los amigos en los bares de siempre.

Las terrazas empezaron a llenarse de clientes, unos con mascarilla y otros sin ella. Eso sí, los veladores siguen con una reducción del espacio del 50% y una separación entre mesa y mesa de dos metros para cumplir con las medidas de higiene y seguridad exigidas por el Gobierno en esta fase 1 de la desescalada en la que se encuentra Extremadura. Además, no se pueden usar las cartas para evitar contagios y mesas y sillas han desinfectarse entre un grupo de clientes y otros.

De alguna manera, la hostelería empieza a resucitar y a recibir cierto oxígeno. Aunque son muchos los que consideran que con una limitación del 50% en la terraza y las normas de higiene impuestas (y necesarias de momento), el negocio no es rentable; así que esperarán a la fase 2 (cuando también se permita abrir un 40% del aforo del interior de los locales) para volver a levantar las persianas.

El sector está siendo uno de los más castigados por la pandemia. Hasta tal punto que muchos han vuelto a la actividad y a recibir clientes a sabiendas de que no les salen las cuentas, pero lo consideran fundamental para que vaya perdiendo el temor y poco a poco vuelva esa ‘nueva normalidad’ de la que tanto se habla y que tantas incógnitas tiene.

De momento, ayer, fueron muchos los que volvieron a esas cañas de domingo con familiares y amigos y con una sonrisa, aunque no se apreciara con la mascarilla.