Hay que romper el efecto frontera o la línea imaginaría que divide los municipios fronterizos de Extremadura y las regiones portuguesas de Alentejo y Centro. Esta es la conclusión de una tesis doctoral realizada por el investigador del departamento de Expresión Gráfica de la Uex Juan Manuel Pérez Pintor, dirigida por el profesor José Antonio Gutiérrez Gallego, a la que se ha llegado tras analizar las relaciones diarias de 40 municipios ubicados a lo largo de 420 kilómetros en una línea divisoria entre ambos países.

A pesar de las iniciativas de cooperación puestas en marcha desde la comunidad europea para acercar los territorios --como Interreg y Poctep--, el estudio revela que esta región transfronteriza se encuentra en una situación marginal, tanto geográficamente como en la toma de decisiones dentro de la Unión Europea. La alta tasa de envejecimiento de estas poblaciones, que ronda el 40% frente al 25% de la UE, España y Portugal, y una situación económica como la actual, "hacen necesario ahora más que nunca apostar desde las diferentes instituciones por la puesta en marcha y gestión conjunta de servicios y equipamientos (sociales, sanitarios, asistenciales, protección civil,...) que permitan cohesionar y mejorar la calidad de vida en este territorio, convirtiendo al espacio de frontera, al contrario de lo que ha sucedido hasta ahora, en el elemento dinamizador de su área de influencia", subraya Pérez Pintor.

Para ello urge mejorar la accesibilidad y la oferta de transportes públicos disponibles, que hasta el momento es deficitaria y totalmente dependiente de rutas internacionales. Además, Pérez Pintor insta a las Administraciones a postularse como ejemplos de cooperación para acabar con efecto frontera , y asegura que no es necesario invertir en infraestructuras de gran coste, "si no llevar a cabo acciones puntuales que faciliten las interrelaciones entre ambos lados". Como ejemplo cita la construcción del puente que permita la conexión entre Cedillo y la zona portuguesa.

La tesis concreta los tiempos mínimos de acceso a los principales centros de actividad de la Península --superiores a los 200.000 habitantes--, que en el mejor de los casos se sitúa por encima de los 90 minutos, de ahí que el autor lo defina como una región "periférica y marginal" dentro de la UE.