Podemos decir con propiedad que ha llegado el otoño real no el que nos dicen los calendarios. Los mortales lo notamos con los cielos nublados y la lluvia que nos cala, lo que se dice que son los días desapacibles. Tengo un amigo me dice que no siente el otoño hasta que no "sale a por setas". Esto ha sucedido desde que el hombre fue recolector y encontraba en el campo todo aquello que le era necesario para alimentarse. Un ejemplo lo tenemos en la momia que se encontró en los montes del Tirol, un hombre de unos 46 años que vivió en el 3300 a.C. y llevaba consigo una bolsa con semillas entre las que se encontraba setas.

Todas las civilizaciones han encontrado en las setas el alimento ideal, tanto como manjares de exóticos sabores y aromas como pérfidos instrumento para causar el peor daño que uno puede pensar. Así, lo tuvo que especular Agripina cuando le ofreció a su marido Claudio un plato de Amaníta Cesárea entre la que había trozos de Amanita Phaloides y lo envenenó para que su hijo Nerón subiera al trono.

Las setas durante muchos siglos eran preferentemente de las capas sociales más desfavorecidas, puesto que eran alimentos de una cocina de recolección, sin embargo en la corte renacentista de Florencia se comenzaron a considerar como un manjar de la corte y de la burguesía.

XSE PUEDE DECIRx que hoy día la seta ha entrado en todas las mesas y en todas ellas se le ha recibido con honores, puesto que no necesitan de muchos artilugios culinarios para su elaboración. Con un simple sazonado, aceite y fuego se convierten en deleite de césares.

Los que por aquí vivimos podemos decir que somos privilegiados, puesto que nuestros bosques y dehesas tienen una gran riqueza en setas. Si nos acercamos a las Hurdes encontraremos una gran riqueza micológica entre los pinares y encinares, como son los boletos o los gurumelos entre otras. También podemos adentrarnos en la Villuercas o en la Sierra de Gata. En general, se pude decir que toda esta tierra extremeña nos ofrece una gran oferta micológica.

Pero los que estamos más avezados a recolectarlas en el plato y entretenernos con sus efluvios entre las sartenes las setas nos ofrecen un placer ancestral que nos conectan con la propia tierra. Podemos decir que es el manjar más terráqueo que existe.

Termino con mi amigo del inicio. "Yo por mi estaría comienzo setas mientras hubiera sean las que sean", me decía el otoño pasado en su casa mientras me preparaba una sartenada de setas con chorizo y panceta ibérica. Aunque a mí me gustan más con un chorreón de aceite, sal y perejil y a la plancha directamente, así le aprecias toda su esencia. "No te digo que no, hasta crudas en ensalada me las hago yo", volvió a repetirme mi amigo, mientras me servía un buen vino de Ribera del Guadiana. Se puede decir que en otoño se puede pasar con setas y vino, en lugar de con pan y vino.