"Al principio fue como un juego, yo construía, reproducía modelos ya patentados e imaginaba nuevas estructuras. Me lo pasaba pipa, nunca pensé que aquellos trabajos se convertirían en un proyecto empresarial". Y ya lo es. Fernando Blanco, un arquitecto trujillano de 31 años, solicitó el pasado octubre una patente que está a la espera de resolución, pero sea favorable o no, su proyecto empresarial ya está casi en la calle. Este verano está previsto que su invento, una estructura desplegable que permite múltiples posibilidades como cubierta, esté en el mercado. En realidad lo que busca registrar con su nombre es la geometría y la forma de articular las barras que componen la estructura de su cubierta, "porque patentes de estructuras hay muchas pero cada una es diferente".

Blanco llegó por casualidad a su futuro profesional. Mientras estudiaba en la universidad se topó con el trabajo de Emilio Pérez Piñeiro, considerado el inventor de las estructuras desplegables en los 50, y comenzó sin darse cuenta una pasión que con el paso del tiempo ha ido afianzándose y convirtiéndose en su propia empresa: Push Company, que supone la culminación de años de trabajo e investigación, que retomará una vez que su primer producto salga al mercado.

En concreto, el producto creado por este joven es una estructura metálica en tres escalas (una de 100 metros cuadrados, otra de 250 y otra de 1.000) ideal como cubierta con propiedades que ahora mismo se demandan en el mercado: velocidad en la ejecución, respeto al medio ambiente, economía de medios,... "todo esto es intrínseco a las estructuras desplegables y aquí hay una oportunidad de mercado y de negocio", cuenta. Sectores como el agrícola, el ganadero, el mundo de los eventos, espectáculos, celebraciones... son los clientes potenciales de esta cubierta desplegable que ya tiene 'novios' esperando su salida al mercado.

El proyecto final ha contado con la ayuda del programa Agrotech, que "nos ha proporcionado los medios y recursos necesarios para dar el paso final", precisa Blanco, y con la colaboración de la universidad extremeña y la ayuda del CID I-NOVO de Trujillo, el centro de emprendedores de la ciudad donde se desarrolla este proyecto. "Ha sido esencial en el trabajo", dice.

Una vez dado el primer paso comercial, en el que está centrado ahora junto con un equipo que se ha ido interesando por este proyecto, Blanco volverá a abrir el laboratorio para seguir creando nuevas estructuras diferentes a una cubierta: "hay infinitas posibilidades, se puede hacer hasta un puente que se podría montar y desmontar en prácticamente dos horas". "Un producto nuevo no supone una necesidad nueva, la necesidad está y se está cubriendo con otros productos del mercado, nosotros lo que introducimos es un cambio en las reglas del juego, cambiamos la velocidad en la instalación, no deja huella en el terreno y además permite usar la cubierta textil de la estructura como soporte publicitario o informativo", explica.