Cambian los gobiernos, las promesas y los jefes... pero no los problemas. El conflicto interno de la Guardia Civil es una constante en los últimos años y está marcado por el carácter militar de la Benemérita, que impide el asociacionismo y les somete a la justicia militar.

En la época del PP el conflicto se materializó a través de bajas psicológicas masivas. Parecía que con el PSOE las cosas iban a mejorar gracias a una serie de compromisos con la AUGC, pero las diferencias quedaron claras pronto. En enero del 2005 los agentes de Tráfico iniciaban una huelga de bolis caídos , respaldada en marzo por la Augc. Las multas cayeron un 40%. Ese verano denunciaron presiones de los mandos y después lograron un principio de acuerdo en el reparto de la productividad, uno de los ejes del conflicto.

A principios del 2006 la Dirección General de la Guardia Civil propuso un plus de 200 euros mensuales para los agentes más productivos. Es decir, para los que pusieran más multas. Esto provocó una huelga a la japonesa y las sanciones se dispararon hasta un 200%. Pero a la hora del reparto todo se volvió a liar y en diciembre el ciclo comenzó de nuevo. Solo en 2005 la recaudación por multas cayó en 1,5 millones y ahora los guardias vuelven a tocar el bolsillo del Cuerpo, porque ahí, dicen, es donde duele.