El omnipresente Cardenal Bertone deja el cargo de la Secretaría de Estado y su sucesor, Monseñor Parolin (que parece que usará una nueva designación de cargo para iniciar esas reformas de la Curia) no hace acto de presencia por encontrarse convaleciente. Trascendió el elevado tono de la conversación entre Francisco y Bertone hace unos meses que llevó a esta decisión, que, como todas las que proceden de la Santa Sede últimamente, no hace más que propagar rumores sobre las brechas abiertas. Abiertas, como la herida que ha dicho tener Benedicto XVI en el alma por las medidas de Francisco sobre la Misa Tradicional. La frase se filtró rápido y algunos teléfonos ardieron en las dos direcciones.

Por si fuera poco, tras esas palabras, se insinúa extraoficialmente (otra filtración, esta vez de la otra parte) que Benedicto XVI será enterrado en el sepulcro vacío de Roncalli . Ni que decir cabe que pocas cosas con peor gusto se han oído. Pareciera que molestara y que algunos lo quisieran enterrar ya y en un sepulcro de segunda mano en el que no se encontraría a gusto por mucho que vayan a canonizar al anterior inquilino. Esperemos que tarde mucho en tomarse finalmente la decisión.

EN MEDIO de estas cosas el portavoz Lombardi matiza la famosa entrevista de Francisco a Scalfari --que sigue trayendo cola y levantando ampollas-- al tiempo que desautoriza la cuestión del cambio sobre los divorciados y los sacramentos que se preparaba en la Diócesis de Friburgo y que dijo contar el día anterior con el apoyo del Obispo de Roma, remitiendo su análisis al próximo Sínodo. Todo ello hace pensar que Francisco es una alegoría de sí mismo, bajo la blanca sotana pontificia deja transparentar los negros pantalones jesuíticos, lo que hacen que la primera no se vea del todo blanca ni a los segundos del todo negros.

SE CUMPLEN ya cincuenta años de la muerte de Pío XII y el Comité Papa Pacelli celebra una misa en su honor sobre la tumba de San Pedro presidida por el cardenal Saraiva Martins . Algunos ven en este privilegio un gesto para su beatificación, otros simplemente un premio de consolación para ese sector que sigue firme y al que algunos desean enviar precisamente a las catacumbas, pero que se mantiene en su lugar, al lado de Pedro.

Roma habla con signos, se interpreta a través de un lenguaje encriptado no siempre fácil de descodificar, por eso las píldoras que lanza ahora su mediático Obispo, tan distintas a los eruditos y elaborados discursos del Santo Padre Benedicto, tan profundamente intelectual, necesitan un buen trago para ingerirlas y nuevas herramientas para comprenderlas.