Extremadura es el principal cuartel de invernada de las grullas europeas. Cada año visitan la región de 45.000 a 70.000 ejemplares, lo que supone aproximadamente el 70% de la población de Europa Occidental. Así se recoge en el folleto bilingüe editado por las diputaciones provinciales de Badajoz y Cáceres con el asesoramiento del colectivo ornitológico SEO/Bird Life, y que se da a conocer en las ferias ornitológicas europeas más importantes.

La organización Adenex celebró ayer el XIII Día de las Grullas en cuatro localidades extremeñas. Cuatro miradores para disfrutar de este espectáculo de la naturaleza. Estos puntos de encuentro fueron Puerto Mejoral, en Benquerencia de la Serena y Embalse de los Canchales, en La Garrovilla, ambas localidades en Badajoz, mientras que en la provincia de Cáceres serán el Embalse de Valdecañas, en Peraleda de la Mata, y el Embalse del Cubilar, en Logrosán.

Las grullas crían en zonas pantanosas del norte de Europa, fundamentalmente en Rusia, Suecia, Finlandia, Polonia, Alemania y Noruega. A comienzos de la primavera efectúan sus danzas y a finales del verano, cuando detectan una disminución en las horas de sol inician la migración invernal hacia el sur. Las familias de grullas, con sus pollos nacidos el verano anterior, pasan el invierno alimentándose de bellotas, del cereal no cosechado que permanece en los barbechos y de pequeños invertebrados. Al anochecer, los bandos de grullas regresan a los dormideros situados en tranquilas y apartadas orillas de numerosos embalses extremeños, algunos de los cuales llegan a acoger a más de 5.000 ejemplares. Hay once zonas de invernada en Extremadura.

En las planicies del lago sueco de Homborga, en la isla alemana de Rugen o en la isla de Oland en el Báltico, unas instalaciones específicas para la observación se llenan de visitantes que despiden o reciben a las enormes bandadas de grullas. El fenómeno de la migración de las grullas reúne cada año a decenas de miles de europeos aficionados. Y cada vez son más los amantes de las grullas que tienen curiosidad por conocer dónde pasan el invierno, observándolas en las dehesas extremeñas o concentrándose en grandes bandadas sobre los tranquilos y solitarios embalses donde acuden a dormir.