Llegas de viaje y decides compartir con tus amigos tu visita cultural. Siempre hay uno que te pregunta si has visto una iglesia increíble, que por supuesto no está en los circuitos tradicionales y que por ello casi nadie ve. «¿Te la has perdido Antonio?. Pues era lo mejor de la ciudad».

Y es que hay gente para todo. Permíteme que defina «anécdota» para una ciudad a ese monumento o lugar con poca trascendencia cultural y mucha trascendencia para el turista estándar.

La anécdota es muy importante para una ciudad. Los puristas la odian, pero el resto la necesitamos. Una anécdota bien pudiera ser la sirenita de Copenhague o el Manneken Pis, el niño meón de Bruselas. O la inclinación de la torre de Pisa, que no deja de ser una anécdota al lado de los 4 monumentos que la rodean, incluyendo la propia torre.

Saber buscarlas y venderlas puede mejorar una región. Mis primeros cinco años los pasé en Trujillo y si me dices que has estado en Trujillo te preguntaré, como ese amigo tuyo al que no soportas: “¿Has visto los escudos que hay en la torre románica de Santa María la Mayor?. ¿Sabes por qué uno de ellos es el escudo del Athletic de Bilbao habiendo sido construida en el siglo XIII?”

Es probable que tengamos en la región una gran anécdota y creo que no la aprovechamos. Y no creo que sea porque nuestra región esté llena de puristas.

El turista no es purista y yo creo que le encanta preguntar eso de ¿Has visto...?. Visita Trujillo por lo del escudo. Y ya que vas, aprovecha y paseas por la plaza, subes al castillo o entras en el parador por citar algunas de entre las muchas actividades que puedes hacer.

Y tú, ¿en qué eres un impertinente?

Nota poco importante para ti: El escudo «lo plantó» el cantero que reconstruyó la torre en 1972, un trujillano del Bilbao. Quizás lo importante para ti sea saber que el retablo es una obra de arte y por eso eres el único que entras en la iglesia, como en la viñeta de Javi.