En 2011 se cazaron durante la media veda 113.000 tórtolas. En 2016 fueron 80.000. Estas cifras son un ejemplo que esgrime la organización SEO/Birdlife Extremadura para probar la caída de la población de la tórtola común en la región. Una tendencia que se repite en el resto de España.

«La tendencia ha sido en 20 años de un repliegue del 20% y en los últimos 15 de un 15%. Va bajando a menor velocidad pero sin duda por las alarmas que se están dando», dice Marcelino Cardiallaguet, delegado de la organización en Extremadura.

SEO/Birdlife pide una moratoria en la caza de esta ave para que la población se recupere: «Habría que dejar de cazarla durante unos años hasta que remonte», dice Cardiallaguet.

Tres. Esos son los años que calcula Pablo Ramos, portavoz de Ecologistas Extremadura, que debería durar como mínimo la moratoria para que las tórtolas se salven: «Se debe cumplir el requerimiento de la Unión Europea o si no va a llegar un momento en el que no se va a poder cazar definitivamente porque va a estar protegida», explica el también representante de los conservacionistas en el Consejo Asesor de la Caza.

«Y no sólo se necesita una moratoria, sino un plan de conservación de la especie para favorecer la población. Los planes de ahora se centran en un fin cinegético más que de conservación», dice Ramos.

«Ahora lo único que se ha hecho es reducir el cupo de 15 a 10 tórtolas. Es una medida insuficiente y que llega tarde», tercia Cardiallaguet.

El representante de SEO/Birdlife reconoce los «esfuerzos» que están realizando algunos cazadores y señala a la agricultura intensiva como principal responsable: «El problema no es tanto la caza sino los cambios muy dañinos en la agricultura. La agricultura intensiva acaba con el hábitat de las especies», dice. Por eso reclama un plan de acción «transversal».

Una «caza sostenible» es la apuesta del sector cinegético. Sebastián Redero, técnico de la Federación Extremeña de Caza (Fedexcaza), defiende que «una prohibición sobre la caza no va a reportar ningún beneficio sobre ella. Cuando se caza, se hace una gestión sobre ella, se le cuida».

Redero pone como ejemplo el caso del Reino Unido, donde la moratoria en la caza de la especie hizo que se perdiera más de un 70% de la población en unas décadas.

«Nosotros defendemos que con una gestión responsable y una caza moderada incrementará la población», dice Redero. Por esa razón también hace un llamamiento a la «concienciación del sector» y al «cazador responsable».

Redero describe cómo el sector se ha puesto manos a la obra para mejorar el hábitat de la tórtola a través del Plan Integral de Recuperación de la Tórtola Europea (PIRTE) o con una campaña para facilitar el conteo de los ejemplares y así hacer un seguimiento. «También pedimos medidas agroambientales para que se recupere la especie y que van a ayudar también a otras aves, no sólo cinegéticas», dice.

La posición de la Junta

La Junta de Extremadura afirma que el declive de la tórtola «no es tanto una consecuencia de la caza como un síntoma de la pobre situación ambiental y pérdida de hábitat que la agricultura intensiva está generando en el campo» y recuerda que en los cotos de caza se instalan comederos y bebederos para las aves, algo que «dejarían de hacer si la especie carece de interés para ellos». También defiende el desarrollo del PIRTE y recuerda que es la única comunidad autónoma que está participando.

Los ecologistas sin embargo creen que la Administración está supeditada al «lobby cinegético». Los cazadores por su parte hablan de la presión de asociaciones conservacionistas en Bruselas. Todos coinciden sin embargo en que se necesita una solución conjunta y definitiva.

Mientras, la tórtola común no espera. La supervivencia de su especie está en juego.