Carlos Ramos Manzano no podía dar crédito a lo que veían ayer sus ojos: otras catorce ovejas yacían muertas dentro del cercado, algunas brutalmente mutiladas y destrozadas, en los pastos que utiliza en el municipio de Cachorrilla, en el Valle del Alagón. El ganadero lleva días retirando animales muertos de la finca, todos a causa de los ataques de un perro cimarrón abandonado tras una montería. Esta última matanza se produjo el viernes, y ya son más de 40 las ovejas que Carlos Ramos ha perdido en solo una semana.

"Se trata de un podenco que parece cruzado con mastín, en todo caso un perro grande", explicó ayer el afectado con cierta desesperación junto a los animales muertos. "El viernes anterior me había matado 28 de un golpe, en una sola noche, y ahora otras 14. Ya no sabemos qué hacer...". El cimarrón también ha dejado heridas a un buen número de ovejas y ha provocado que otras muchas aborten debido al pánico tras los ataques. "Estos animales se estresan mucho", afirma. Y todo ello a las puertas de la campaña navideña. "Calculo que, además de los animales muertos, que suponen 3.000 euros más o menos, habré perdido por esta causa unos 200 corderos, que equivalen aproximadamente a 6.000 euros", matizó.

NI LAS TRAMPAS Aún así, para Carlos Ramos el mayor problema no son los perjuicios económicos, sino el hecho de que "a este paso me estoy quedando sin ganadería". "De las 600 ovejas que tenía --matiza--, 100 se han muerto por la lengua azul y ahora esto... Entre unas cosas y otras no llegan a las 400". Por eso su principal objetivo es capturar al perro. Sin embargo, tanto la Guardia Civil como él mismo llevan días intentando abatirlo sin éxito. El viernes habían metido incluso las ovejas en el corral y tendieron una trampa al cimarrón mediante un lazo y una oveja muerta. El perro no se acercó pero en cambio sí mató a las ovejas vivas.

Según el ganadero, que utiliza en régimen de alquiler los pastos de esta finca, denominada El Canchito , con 750 hectáreas cercadas y ubicada en las proximidades del paraje natural de los Canchos de Ramiro, todo comenzó tras la montería celebrada el pasado mes de octubre, ya que la misma finca está arrendada a otra persona para su aprovechamiento cinegético. "Al perro lo dejaron por aquí y al principio comenzó a comer lo que encontraba, hasta que la emprendió con las ovejas", relata.

NADIE LO ASUME El ganadero dio parte después del primer ataque a la Guardia Civil de Ceclavín, "que me ha prestado toda su colaboración", agradece. Pero no ha habido suerte. Según cuenta, los agentes hablaron con los organizadores de la montería, que negaron su responsabilidad. "Dijeron que el perro no era suyo y en principio tampoco quisieron facilitar la lista de quienes habían acudido con realas. Pero el animal debe ser de alguien ¿no? Tendrían que haber dado parte de que les faltaba un perro", comenta crispado.

Carlos Ramos tuvo que enfrentarse ayer a otro espectáculo desolador: recoger a todas las ovejas para trasladarlas a la incineradora, y tratar a varias seriamente dañadas. La Guardia Civil volvió a personarse en la finca y recomendó al ganadero que los trabajadores realicen guardias nocturnas hasta poder abatir al animal en otro ataque. Además, están convencidos de que en el collar lleva la identificación de su dueño, según el testimonio del ganadero que lo avistó.