Durante cientos de años se ha hablado del amor, se ha escrito sobre él, le han dedicado canciones, pero pocos son los afortunados que conocen el amor que dura más que toda una vida. Justo Galindo y Lucía Rodríguez, tras sus casi 80 años casados, han conocido en profundidad todas las etapas del amor y del matrimonio.

Los abuelillos , como los llaman en su pueblo, se han convertido en el matrimonio más longevo de Extremadura. Una pareja que, pese a los pequeños achaques de la edad, mantiene una buena salud y son candidatos a entrar en la lista mundial de matrimonios vivos más longevos. Una larga vida juntos donde la fórmula para permanecer unidos ha sido, según cuentan, el amor y el profundo respeto que ha habido entre ellos a lo largo de estos años.

Los dos nacieron en el tranquilo pueblo extremeño de Valdelacasa de Tajo, situado al este de la provincia de Cáceres, enclavado entre la sierra de Valdelacasa y el río Tajo, de ahí su nombre. Se conocieron en los famosos bailes veraniegos del pueblo. A Lucía le encantaba bailar, pero a Justo no tanto. Debido a esto, Lucía confiesa que "tenía que bailar con un amigo llamado Juan Cruz porque Justo estaba siempre sentado". Los hijos, al igual que el padre, evitan bailar salvo en ocasiones necesarias. "A mí me gusta bailar a mi aire" afirma uno de ellos.

Se casaron un 2 de septiembre del año 1932, tras 5 años de noviazgo. Ella fue vestida "con un estilo muy hippie", según cuenta su hijo Justo. Tras su boda, tuvieron 4 hijos varones: Felipe, Justo, Pedro y Felipe (dos de ellos residentes en Madrid) y a partir de ahí el árbol genealógico ha ido aumentando hasta tener 6 nietos y 7 biznietos.

Justo pasó cuatro años en Melilla haciendo el servicio militar, en la sección de Sanidad; y años más tarde participó en la Guerra Civil española junto a los carabineros en la frontera de Portugal. Esto no le impidió conocer a su segundo hijo, Justo, que a los seis meses de nacer fue llevado al lugar donde estaba él, gracias a la proximidad existente entre Extremadura y Portugal.

Lucía, tras haber superado un cáncer de colon hace 20 años, el pasado 6 de julio cumplió 101 años. "Mi madre se ha dedicado por completo a cuidar de nosotros; hemos sido los más arreglados del pueblo", recuerda Justo. "Además de ser una excelente ama de casa y madre, también ha sido una fantástica cocinera", siendo todo un manjar para algunos amigos de sus hijos y vecinos de la familia sus famosos huevos fritos.

Con sus 104 años, Justo es un gran amante del campo y los animales. Ha ejercido su profesión de tratante de ganado con gran dedicación y esfuerzo, desplazándose por ello de feria en feria cada 15 días. Entre las más visitadas se encontraba la feria de Talavera de la Reina. "Mi padre ha trabajado toda la vida sin haber tenido vacaciones y nunca ha protestado", indica su hijo. Hasta alcanzar los 100 años ha estado paseando por el pueblo y saliendo al campo para cuidar de sus reses. Es conocido por todos en Valdelacasa, hasta por personas de los pueblos colindantes que cada vez que pasan con el autobús preguntan por la salud del 'abuelillo'. Desde que Lucía sufrió una caída y se fracturó la cadera, él siempre ha permanecido a su lado cuidándola y desde entonces comparten su tiempo en casa junto a vecinos y familiares.

Para este matrimonio valdecasareño no todo ha sido fácil. Han sufrido la pérdida de su primer hijo cuando era niño a causa de un sarampión y hace quince años la muerte de otro de sus hijos a la edad de setenta años. Esto les marcaría para siempre. Pero si algo les ha ayudado a superar estos duros momentos ha sido el permanecer el uno junto al otro y recordar cada día los mejores momentos de sus años vividos.