Llega el verano y como cada año, los niños extremeños aparcan sus libros durante dos meses. Hasta septiembre dejan vacías las mochilas de cuadernos y apuntes. La mayoría viaja con sus padres y el destino no suele ser otro que alejarse a la costa durante unas semanas. Pero como Extremadura no tiene salida al mar y no solo de playa vive el hombre, los campamentos se convierten en una opción muy demandada por los padres durante el verano, ya sea por una cuestión de conciliación para los padres que solo tienen vacaciones en julio o en agosto o porque ofrecen una alternativa diferente al plan habitual.

Y los hay para todos los gustos. Los clásicos siguen optando por el deporte y la multiaventura con natación, tiro con arco, piragüismo y senderismo o por la inmersión lingüística, adecuada para los jóvenes que quieren hablar idiomas a la perfección. Las propuestas más innovadoras se atreven con talleres de cocina para los pequeños aspirantes a chef y los hay incluso que incluyen carpa de circo para los pueriles aspirantes a acróbatas.

No obstante, aunque diferencien sus temáticas todos tienen una base en común: la naturaleza, uno de los puntos fuertes de Extremadura. Valencia de Alcántara, Jerte, Baños de Montemayor, Hervás, Villamiel, Perales del Puerto, Villanueva de la Vera, Llerena, Torre de Don Miguel y Herrera del Duque son algunos de los destinos elegidos por las asociaciones, entidades e instituciones para establecer la zona de acampada por sus espacios abiertos y verdes. Esa sintonía de actividades y zonas es compartida por entidades públicas y privadas. La Junta, los ayuntamientos, asociaciones de naturaleza, colectivos deportivos y empresas especializadas en campamentos distribuyen sus acampadas, sus fechas, sus horarios y por supuesto sus precios.

Según apuntan a este diario fuentes de la Junta, la administración pública ha recibido este año 1.627 solicitudes para las 1.074 plazas que oferta este año para campamentos, intercambios y campos de trabajo. En concreto, la institución regional organiza 12 campamentos en turnos de julio y agosto y están destinados a jóvenes de entre 10 a 17 años. Cabe destacar que los propios ayuntamientos de las ciudades también ponen en marcha actividades verano con empresas como Creaocio y los populares campamentos urbanos. Más allá de la administración, asociaciones de naturaleza como Adenex y Natura 2000 ofrecen sus tradicionales escuelas de verano, con actividades al aire libre para que los más pequeños tomen contacto con la naturaleza. Las acampadas incluyen rutas a caballo, juegos populares y animación nocturna. En cuanto a entidades privadas, Enacamp, Valle de los Molinos, Valle del Ambroz, Verasummer camp incluyen talleres de ciencia y arte, yimkanas y Cíjara summer camp añade a su programa teatro, talleres de periodismo, de energías renovables y ornitología. Todos ellos cuentan con actividades en inglés. Estas últimas aún tienen plazo de inscripción abierto para los interesados en asistir.

Otro modelo lo conforman los campamentos con un matiz religioso que organizan en Cáceres colectivos como Cáritas del Arciprestazgo de Coria, el Arciprestazgo de Alcántara, el Movimiento Junior, los Scouts Católicos de Cáceres y la Asociación de Personas con Discapacidad de Coria y Comarca. En conjunto, según las cifras que baraja la diócesis cacereña participarán en estas acampadas alrededor de 250 niños de 6 a 21 años. En el caso de la provincia de Badajoz, los colectivos que programan actividades de estancia en verano son el Plan Diocesano de Animación Vocacional, para el que según Antonio Jesús Marín asistirán en torno a 200 jóvenes, las parroquias de Mérida de Zafra y los colegios religiosos como los Salesianos y el Santo Angel.

ADIOS A LA SOBREPROTECCION Si hay algo consensuado entre los expertos con respecto a los campamentos, es que los padres ganan y los hijos también. Según apunta Juan Miguel Llorente, monitor del campamento Valle de los Molinos en Llerena la motivación de los progenitores siempre pasa porque sus hijos sean "más autónomos y aprendan a relacionarse". El responsable de la actividad asevera que el mayor miedo de los padres es que no se adapten, pero asegura que eso nunca pasa porque la dinámica siempre es de "integración". "Al principio cuesta, pero los chicos se adaptan, no existen roles como en una pandilla o en el colegio, los jóvenes son más libres y se integran con más facilidad". Por su parte, el responsable de Freapa, la federación de asociaciones de padres y madres extremeños, Joaquín León, añade que normalmente los padres protegen en exceso a los niños. "Es inevitable para los padres primerizos, pero hay que confiar en ellos", insiste, porque eso les ayudará a ser "maduros y ganar independencia".

Que no duerman, que no coman, que se hagan daño forma parte de las inquietudes de los progenitores, pero ese sentido, Llorente destaca la profesionalidad de los monitores y de los responsables que forman parte de todos los campamentos. "Todos tienen carrera, título superior, pueden quedarse tranquilos".

LO MAS DURO, DEJAR EL MOVIL Con respecto a los niños, el monitor apunta que una de las cuestiones que más afecta a los alumnos del campamento es dejar de lado su teléfono móvil. "Hoy en día todos los niños tienen móviles, tablets, intentamos que no estén vinculados a la tecnología y que disfruten", pone de manifiesto.

Las nuevas tecnologías quedan de lado, pero hay una serie de útiles que no pueden faltar. La Unión de Consumidores extremeños aconseja un equipaje ligero con ropa cómoda de algodón, prendas de lluvia, toalla, útiles de aseo, cantimplora y linterna. La propia asociación de consumidores recomienda también marcar todas las pertenencias con el nombre. Por su parte, Llorente añade una última cuestión inmaterial para añadir a la mochila: las ganas de pasarlo bien. "Lo más importante es que los niños vayan a disfrutar de la experiencia", concluye.