Destinos como Honduras, Marruecos, Senegal, Guatemala, Palestina, Brasil, Nicaragua o los campamentos saharauis de Tinduf sustituyen cada vez más a los lugares paradisíacos y turísticos más tradicionales para el disfrute de las vacaciones. Los cooperantes recibieron ayer un espaldarazo a su destacada labor con la celebración de un día dedicado a ellos. El lema escogido, Tu solidaridad va con ellos , pretendía servir de reconocimiento a estos trabajadores solidarios, una campaña a la que también se sumó la Junta de Extremadura.

Aunque a lo largo del año desempeñen otros trabajos, cada vez son más numerosos aquellos que llegado el verano cambian los bikinis y las cremas bronceadoras por ropas cómodas y lociones antimosquistos. Dos de los enseres principales en el equipaje de muchos extremeños, en su mayoría mujeres, que optan por pasar unas vacaciones solidarias. De hecho, a nivel nacional el número de mujeres supone el 80% de estos viajeros.

Fomentar la cooperación con el tercer mundo y sensibilizar al mayor número de personas posible son los objetivos por los que la oenegé Setem organiza por décimosexto año consecutivo sus Campos de Solidaridad , con los que realiza trabajos sanitarios, educativos o de comercio justo en India, Nepal, Togo o Latinoamérica. De allí, concretamente de Brasil, regresó el pasado 6 de agosto Mari Carmen Sánchez, una joven profesora zafrense de 31 años que trabaja en Cáceres. Su tarea se centró en el Movimiento de los Trabajadores Rurales Sin Tierra (MST), uno de los más importantes del mundo que lucha por conseguir una reforma agraria, y en labores de educación. "De regreso a España te encuentras una realidad tan diferente que cuesta mucho el cambio, tienes la sensación de no poder transmitir todo lo que has vivido y te das cuenta de los problemas que causa el hombre".

La misma experiencia ha vivido Ana María Torrecillas, de 52 años. Esta funcionaria natural de Villar del Pedroso señala que ha sido un viaje muy positivo y gratificante, en el que ha podido conocer otras formas de vida y en el que "te das cuenta del afán del primer mundo por acapararlo todo y por conseguir siempre más sin pensar en las consecuencias". Aunque no hayan realizado tareas de cooperación, Ana María señala que "a veces es más importante apoyar los proyectos y reivindicaciones de estas poblaciones y difundir las vivencias con el fin de sensibilizar y concienciar a los ciudadanos".

Precisamente, este es también uno de los fines de los viajes que organiza la Asociación Pro-cultura y Cooperación al Desarrollo (Cu-Co), según indica Irene Gómez, responsable del área de cooperación en Cu-Co. Aunque, matiza Irene, "a la hora de la verdad son pocos los que se atreven a vivir una experiencia así". Cuatro voluntarias, entre ellas una extremeña, se atrevieron y hasta el pasado 4 de septiembre estuvieron en Guatemala a través de la citada organización realizando labores de planificación familiar con mujeres, programas de alfabetización con niños, prevención de alcoholismo con jóvenes y ayudas de emergencias.

Pero no se trata de una alternativa más económica de viajar, sino de una forma diferente de descubrir otras realidades de nuestro planeta.

Comparte esta opinión la placentina Melisa Martín, una joven de 21 años que con tan solo 20 se embarcó en julio del pasado año camino de Túnez para conocer de primera mano la situación real del lugar y los proyectos que Asamblea de Cooperación por la Paz (ACPP). "Tenía muchas ganas de realizar un viaje de cooperación y no podía costearme los 1.300 euros, pero a través de una beca tan solo tuve que pagar 300 euros, por lo que no lo dudé", asegura.

Melisa explica que no puede expresar con palabras lo que sintió durante su estancia en Túnez, "es una vivencia que todo el mundo debería sentir y que yo repetiré, pero la próxima vez en algún país de habla hispana, para poder conectar más con la gente". Y es que, tan solo hacen faltas ganas y motivación para disfrutar de una experiencia con la que "te das cuenta de lo que nos quejamos los españoles y lo poco que valoramos todo lo que tenemos", declara Melisa.

De vuelta a casa, las conclusiones son claras y directas: poder cambiar una parcela del mundo está en tus manos.