TLtos vecinos se llamaban Juan y Estela . Vivían en la planta baja. Eran pareja desde muy jóvenes, pero no estaban casados ni, muy probablemente, lo estarán nunca. Por su apariencia podría decirse que pasaban de los cuarenta años, pero en realidad tenían muchos menos. Quizá veinticuatro o veinticinco. La adicción común a la heroína y la vida errante les habían hecho envejecer prematuramente.

Juan era alto y desgarbado, con una cicatriz en la mejilla derecha que le daba aspecto de niño peleón. Le apasionaba el ajedrez y la lectura. Todos los viernes, desde hacía dos años, elegía un libro de mi biblioteca y me devolvía el del viernes anterior. Los préstamos empezaron una tarde que me vio subir las escaleras con las 'Ficciones' de Borges bajo el brazo. Este rito semanal nos hizo buenos confidentes literarios. Juan pensaba que la generación Beat estaba demasiado estimada y que Perec era muy barroco para su gusto. Echaba pestes de Hemingway y sobre todo de Bukowski . Sus predilectos eran Hesse, London y Delibes .

Estela era pequeña y no precisamente bella, pero tenía unos grandes ojos azules que la hacían atractiva. Opinaba que leer es una gran pérdida de tiempo y solía discutir con Juan porque atendía más a mis libros que a ella. Estela pasaba el día zurciendo viejos trapos y pintando acuarelas. A veces, si estaba contenta, silbaba con fuerza. Yo la escuchaba desde mi habitación algunas tardes. Casi nunca hablaba y, cuando lo hacía, era con una voz muy tenue, como a punto de quebrarse.

Escuché decir a alguien que Juan y Estela se conocieron trabajando en un circo. El era trapecista y ella bailarina. Pero nunca comprobé la verdad de aquella hipótesis. Jamás me dijeron de dónde venían ni por qué llegaron, precisamente, a nuestra ciudad, a nuestro portal. Desde que eran nuestros vecinos, Juan había tenido muchos empleos, pero ninguno estable. Estela fue algún tiempo camarera en un bar del barrio, pero no tardó mucho en quedarse en paro. Su economía debía ser muy precaria, pero siempre parecían felices.

XUNA NOCHEx de verano, la planta de abajo se vistió de fiesta. Juan y Estela tenían una gran alegría que compartir: Estela estaba embarazada. Juan puso velas de colores por toda la casa y adornó de flores la entrada al portal. Estela expuso sus acuarelas por las paredes y sacaron comida y bebida para todo el vecindario. Olía a incienso y sonaban las voces de Bob Marley, Led Zeppelin y Janis Joplin en discos de vinilo. Estela vestía un largo vestido blanco y sonreía desde la cocina. Juan fumaba un gran puro habano y parecía nervioso al invitarme a entrar. Tan sólo dos o tres vecinos acudimos a felicitarles por la buena noticia. Yo fui el único que se mantuvo a su lado durante toda la noche.

Juan me ofreció una gran jarra de cerveza y una bandeja de sándwiches de todas las clases y sabores. Dialogamos sobre la importancia de ser padres y sobre las acuarelas de Estela, que cada día pintaba mejor, y sobre Bob Marley, y sobre el último libro que le había prestado, 'La hojarasca' de García Márquez . Y, de postre, un gran trozo de tarta de queso.

Fue una madrugada calurosa. La charla nos daba sed y la cerveza nos invitaba a charlar. Descamisados, Juan y yo jugamos hasta altas horas al ajedrez. Estela nos miraba jugar y cambiaba los discos. Queen, la Creedence, Supertramp, Dylan... hasta que se quedó dormida entre velas consumidas. Aquella fue la primera y la última noche que pasamos juntos.

Al día siguiente, sin previo aviso, vinieron a despedirse. No dieron razones ni mostraron el menor síntoma de tristeza. Solamente dijeron que se iban, que partían hacia otra ciudad. Juan me devolvió 'La hojarasca' y me estrechó vigorosamente la mano. Estela, elevándose de puntillas, me besó la frente. Nunca volví a saber nada de ellos, hasta hoy, dos años después.

Esta mañana, el señor Luis , el vecino del segundo, me ha dicho que se ha encontrado con Juan y Estela en la feria de un pueblo cercano. Al parecer, han superado su adicción a la heroína y tienen mejor aspecto. Son empleados de una atracción de coches chocantes, y siguen pareciendo felices. Mandan recuerdos para todos en el portal. Al parecer, tuvieron un hermoso niño de grandes ojos azules al que llamaron José Manuel , como yo.