Tal vez fue solo una coincidencia. Pero unas palabras de Toñi Carreño, en el Centro de Información de la Central Nuclear de Almaraz, han terminado convirtiéndose en una suerte de preludio: "La situación de Alemania da confianza. Si a ellos les va bien tirarán de nosotros para salir de la crisis". El comentario fue durante la visita de un grupo de periodistas a la planta, hace poco más de una semana. Unos días después, el gobierno germano daba a conocer que planteará a Zapatero, el próximo jueves, que jóvenes españoles cualificados y en paro se incorporen a empresas alemanas para cubrir el déficit de profesionales especializados que sufre el país centroeuropeo, la tercera mayor economía mundial. Vuelve el ¡Vente a Alemania, Pepe! , versión siglo XXI.

El anuncio del Ejecutivo que dirige Angela Merkel ha abierto una puerta de esperanza a muchos ingenieros extremeños, sobre todo a los más jóvenes, los que están terminando la carrera universitaria o lo hicieron no hace mucho. Porque eso es lo que demanda el mercado laboral alemán, mano de obra para el ámbito de las ingenierías y las telecomunicaciones. "Entre 500.000 y 800.000 nuevos empleados especializados" procedentes de toda la Unión Europea, sostiene, apoyándose en diversos estudios, la prensa germana. "Yo me iría seguro", afirma María Jesús Gilo, estudiante de último curso de la Ingeniería de Obras Públicas en la Escuela Politécnica de Cáceres. "Yo también", suscribe Cristina Cacho, que como a María Jesús, le faltan solo un par de asignaturas para acabar la titulación. Alguna duda más tiene Chelo Palomo, de 27 años y que las acompaña a las puertas de uno de los edificios de la facultad: "hay que verse en la situación y ver las condiciones, pero, tal y como están de mal las cosas aquí para encontrar trabajo, seguramente aceptaría".

En España, uno de cada cuatro jóvenes de entre 18 y 35 está parado. En Extremadura, el desempleo afecta casi al 30% de la población de estas edades. La situación es tan cruda que el problema no es ajeno a titulados superiores, gente como Abel Tejedor, un ingeniero industrial de Badajoz que terminó hace 11 años la carrera, casado, padre de dos niños de 1 y 3 años, y que lleva nueve meses sin trabajo. "Compañeras nuestras que acabaron Obras públicas el año pasado están hoy de cajeras, dependientas o se han puesto a hacer un máster porque no encuentran nada", cuenta Cristina Cacho; "y antes, venían las grandes constructoras, Ferrovial, Dragados o ACS, a buscar ingenieros sin haber acabado la carrera, y pagando una pasta", agrega María Jesús. Ambas aseguran que el tablón de anuncios del edificio, hoy prácticamente limpio, "hace cinco años estaba lleno de ofertas de trabajo, no cabían más".

Experiencia vital y laboral

Abel es remiso a creerse el anuncio del Gobierno alemán y, en todo caso, por su experiencia, antes de dar el sí a una empresa germana, analizaría las condiciones. Trabajó con técnicos de aquel país centroeuropeo cuando Siemens construía el AVE a Valladolid y conoce su dinámica laboral y su carácter. "Si las condiciones laborales son como las españolas, no compensa", sostiene. Pero la práctica totalidad del resto de jóvenes extremeños consultados, estarían dispuesto a lanzarse a esta aventura. "En el ámbito de la informática, hay trabajo. El problema es que no está muy bien pagado y son trabajos poco cualificados, que no necesitan un ingeniero", apunta José Manuel García, de 26 años. El, pese a la seguridad que le da tener una plaza de profesor ayudante en la Uex y una empresa de ingeniería del software recién constituida junto a otros dos socios, no descartaría la "oportunidad" de emigrar. La mayoría reconocen que es una iniciativa atractiva, como "experiencia vital", por la posibilidad de conocer otro idioma y otra cultura, y como una opción de reforzar firmemente su formación y sus currículos.

Luis Mariano del Río es el director de la Escuela Politécnica de la Uex. Apunta que en el área de construcción y edificación se ha reducido mucho la demanda de titulados. "Pero suele ser un proceso cíclico de este sector y creo que cuando los alumnos que están empezando ahora acaben la titulación, la situación se habrá recuperado". ¿Y en el campo de las telecomunicaciones? "Pese a los esfuerzos en la región, la mayoría de los alumnos tienen que salir al exterior, sobre todo Madrid y Barcelona". Él ve la iniciativa alemana como una oportunidad para que estos jóvenes sigan aprendiendo fuera. "Aunque lo ideal es que en algún momento, cuando la actividad económica se revitalice aquí, podamos recuperar ese capacidad productiva". Y donde Del Río aprecia una posible ventaja de futuro, Fernando Guijarro, decano del Colegio Oficial de Ingenieros Industriales de Extremadura, incide en el gran inconveniente: "España tiene déficit de ingenieros superiores y, si se van los jóvenes, al final será un perjuicio para el país a largo plazo, porque nos estamos descapitalizando. Les pagamos aquí la formación y luego li van a aprovechar los alemanes".Coincide con este punto de vista y con esta preocupación el director de la otra escuela de ingenieros de la Uex, la de industriales, que está en Badajoz. "Siempre es positivo que los nuevos ingenieros tengan más y mejores salidas profesionales, pero a costa de perder nosotros ese potencial humano", advierte.Miedo al idiomaLa disponibilidad de los jóvenes extremeños es, a priori, amplia, a la espera de Angela Merkel aterrice en Madrid el jueves y concrete algo más la propuesta. Pero hay dos preocupaciones que les atenazan. La primera y más repetida es el idioma. "Es nuestro talón de Aquiles. Apenas nos defendemos en inglés; en alemán, imposible", sostiene la placentina María Jesús Gilo. "Es un factor importante. Cuando venían los ingenieros alemanes a trabajar al AVE a Valladolid querían las reuniones en inglés o alemán, no en español", advierte, con la experiencia como aval, Abel Tejedor. "El alemán no es difícil. Tiene esa fama, pero no tiene más dificultades que cualquier otro idioma", trata de tranquilizar Pilar Moreno, profesora de esta lengua en la Escuela Oficial de Idiomas de Badajoz. Ella es española y criada en Alemania, a donde emigró su familia en los años sesenta. Por eso subraya que "estos jóvenes no irán como fueron nuestros padres; ahora van bien formados. A mí me fue bien allí y yo les animaría a irse".Por ahí viene el otro temor de los jóvenes talentos extremeños. "Me da algo de miedo, por no saber si tendré la formación adecuada al trabajo que vaya a realizar‡", confiesa Beatriz González, que estudia quinto de Industriales en la capital pacense. El director de su escuela universitaria, Fermín Barrero, despeja dudas: "el nivel de formación es equiparable al de cualquier ingeniero europeo". Le respaldan Luis Mariano del Río y Fermín Guijarro. "Es estupendo porque reconoce la valía de los ingenieros españoles en el extranjero‡", apunta este último, que conoce a varios profesionales formados en su centro y que llevan algún tiempo trabajando en Alemania, "en grandes multinacionales de aquí o de allí, como Repsol o Siemens".Questión de confianzaAl fin y al cabo, estos miedos se tumban con atrevimiento y valentía, como sugiere José Manuel García, el joven emprendedor informático: "no es que estemos igual de capacitados, en muchas cosas estamos mejor. No tenemos nada que envidiar a otros". "Este interés es una evidencia de la calidad de los ingenieros que se forman aquí en España, sino no no vendrían a importar conocimiento", rubrica Javier Berrocal, su socio en la empresa de software. "Queremos captar a las mejores cabezas del panorama internacional", dijo hace una semana el ministro alemán de Economía, Reiner Brüderle. Pues aquí están, dispuesta a demostrar su valía.