Llegó la noche más esperada por todos los vecinos de Aldeanueva de la Vera, Jarandilla de la Vera y Madrigal de la Vera. Y tal y como llegó, se esfumó en lo que fue una noche de fuego, cánticos, vítores, vino, comida, sonrisas, lágrimas, fervor y pasión. Porque el 7 de diciembre, en estas tres localidades veratas, no es un día cualquiera, es una fecha marcada en el calendario y en honor a la Virgen de la Inmaculada Concepción, con las hogueras y el fuego como protagonista indiscutible de la jornada.

Y es que es imponente ver todo un municipio a oscuras esperando la llegada del estandarte de la Virgen y ver, como a su paso, se van encendiendo las hogueras que los vecinos han preparado con mucho esmero durante ese día. También es digno de ver los escobazos prendidos y siendo golpeados en las espaldas y las piernas de los jarandillanos. Sin duda, ver como los más jóvenes ya tienen inculcada esta tradición, hace asegurar el futuro de la fiesta para muchísimos años. Empezó después la tradicional procesión por las calles de la localidad, siempre iluminadas con las hogueras y escobones, hasta llegar a la iglesia donde se produjo uno de los momentos más esperados y de mayor pasión entre los vecinos y visitantes, que fueron muy numerosos en esta Fiesta de Interés Turístico Regional y que demostró, un año más, que se merece el reconocimiento de interés nacional.

Y después ya fue momento para la celebración con familiares y amigos en cocheras, garajes, con vino y productos típicos de la zona y, así, pasar el ‘mal trago’ de tener que esperar hasta el año que viene para vivir la fiesta más grande la localidad de Jarandilla de la Vera.

¡Viva, viva!

En Aldeanueva también salió en procesión el estandarte de la virgen, una tradición que cada año renace con esa marcha a caballo por las calles y plazas, hogueras por todos los rincones, rondas y comidas al calor de la lumbre, en lo que fue, sin duda, otra muestra más del fervor de los vecinos. En Madrigal también se desarrolló la fiesta de Las Luminarias.