El Valle del Jerte y La Vera siguen guardando en los baúles de su interior la belleza propia de la primavera, retenida por el frío y la nieve de las últimas semanas, pero marzo camina lentamente y abril llegará pronto. Entre el final de uno y el comienzo del otro se producirá la gran eclosión floral que brota cada año, convirtiendo las ramas de más de un millón de cerezos en un extenso cuadro jamás imaginado por los creadores del puntillismo francés.

El marco de esa gran obra natural que se extiende a un lado y otro de la sierra está rematado por gargantas como la de Los Infiernos, en el Valle del Jerte; mientras en La Vera son cuarenta y siete las que bajan a galope desde las altas cumbres, hasta el viejo Tiétar, creando torrenteras y remansos en forma de pozas naturales, que si ahora son bonitas, en verano se convierten en lugares ideales para combatir, el calor, cuando canta la chicharra y los pueblos se llenan de fiesta, serpentinas, toros y guirnaldas.

Teniendo en cuenta las fechas en las que nos encontramos, el buen tiempo llegará en breve, el cuco vendrá a alegrar los campos con su canto montaraz a partir del próximo martes, festividad de San José, que es el encargado de darle el habla.

RUTAS NOMINALES Los caminos cobijan rutas con nombre de Emperador, estraperlistas, maquis, y otros personajes que a lo largo de los siglos han ido pasando por aquellos lugares, sin olvidar a monjes, santos y leyendas como la de La Serrana de la Vera, que según diversos autores anduvo esquiva y vengativa en la Sierra de Tormantos, en Garganta la Olla, donde la recuerdan con una estatua, que en su día salió de la gubia del escultor, ya fallecido, Evaristo García. "La leyenda alcanzó mucha fama cuando llegó a los oídos de los escritores de mayor relieve", señalan Delfín Hernández y Luis Martínez en La Serrana de la Vera. Antología y romancero .

Las afirmaciones de ambos están avaladas por Lope de Vega, Calderón de la Barca, Vélez de Guevara y Valdivielso, junto con el escritor jarandillano Gabriel Azedo de la Berrueza, y el poeta cuacareño Felipe Jiménez Vasco, que a lo largo de las últimas centurias "han hecho objeto de su quehacer literario el tema de este legendario personaje".

En lo religioso, coincidiendo con la primera luna llena de la primavera, la Semana Santa se empala en Valverde, y las calles desfilan nazaremos, cristos yacentes y vírgenes enlutadas que en las primeras horas del domingo de resurrección queman peleles representando a Judas, en Garganta, Cabezuela del Valle y Torremenga, donde hay auto sacramental. El final lo pone Jarandilla que cierra el ciclo de quemas el domingo por la mañana.