Mi vinculación con Extremadura es enorme porque allí vive mi hermana Isabel y mis padres están enterrados en Badajoz. Yo he ido mucho a ese cementerio a solventar asignaturas pendientes como la distorsionada relación edípica con mi madre, la mitificación de un amor truncado cuando ella muere a mis 15 años, o mi mala relación, absurda y dolorosa, con mi padre.

Cuando uno profundiza en la relación con sus padres, se da cuenta de que el amor hacia ellos es muy grande y que lo que nos distancia de ellos es tan poco, que cuando levantamos el polvo de nuestra oscuridad, de nuestro desequilibrio, nos damos cuenta de lo absurda que ha sido esa relación y lo absurdo que es también a veces el destino del hombre.