"Si me hubiesen dicho hace diez días que Vicarma iba a entrar en esta situación habría estado riéndome una semana entera". Pero hoy a Paco Monge le quedan pocas ganas de reir. Igual que a varias decenas de proveedores y empresas subcontratadas, la suspensión de pagos de la constructora Vicarma le ha descolocado. Todos tienen trabajos finalizados o a medio hacer y facturas sin cobrar.

En el sentir generalizado de estas empresas se cruzan la indignación y la sorpresa, la incertidumbre y la decepción. Pero sobre todo, existe una profunda preocupación por cómo afectará a su negocio la deuda que Vicarma tiene con ellos. En algunos casos se habla incluso de cientos de miles de euros.

Paco, responsable de la Fontanería Monge y Duarte, una empresa familiar de Badajoz que tenía 13 empleados y que ha tenido que prescindir de la mitad, asegura que la quiebra de esta constructora ha sido un "mazazo". "No he calculado cuánto nos deben, pero los trabajos que teníamos con ellos centraban la mayor parte de nuestra actividad", relata.

Manuel Jiménez sí que ha echado números. Su empresa, Extremarmol, tenía pendiente pagos por cerca de 30.000 euros por las obras que realizaba para Vicarma en Cáceres y Badajoz. No sale de su asombro: "Hasta ahora la relación con ellos era perfecta. Era gente formal, muy trabajadora y solvente".

Confianza y amistad

También tenían esa percepción Alonso Carrasco, de Impermeabilizaciones Alonso Carrasco, de Badajoz. "He trabajado con ellos desde principios de los 90. Nunca ha habido problemas. En el aspecto económico siempre iban bien, había total confianza... Ramón Martínez Calero (uno de los tres socios de Vicarma) era amigo mío", comenta cargando la pronunciación sobre el verbo, en pasado. Y es que pese a esa amistad, nadie en Vicarma les coge el teléfono. Ni a Alonso, ni a Manuel, ni a Paco. La empresa de Alonso había colocado el revestimiento asfáltico de algunas promociones en Cáceres, Badajoz y Almendralejo. La factura llega, según comenta, a 40.000 euros.

Uno de los golpes más fuertes, según sus responsables, se lo ha llevado la empresa Marcelo Galán e Hijos, subcontratada para hacer los trabajos de albañilería de dos promociones en Cáceres --una de 30 y otra de 70 viviendas--. Era la primera vez que trabajaban con Vicarma: "Pedimos informes sobre ellos y nos dijeron que eran gente de garantías". Ahora esa confianza se ha derrumbado y reclaman a la promotora, Unipromo, que asuma lo que se les debe.

También era la primera vez de Carpintería Hidalgo. Uno de sus responsables, Jesús, asegura que han tenido suerte. Su aportación a las obras de esta compañía era pequeña. "Apenas nos deben 4.000 euros. Algo asumible", relata mientras recuerda a uno de los pintores llorando de desesperación en Cáceres. "Lo teníamos por una empresa muy solvente, pero... Tal y como están las cosas nosotros ya no nos fiamos de ninguna constructora", agrega.

Mientras aguardan a que se presente la suspensión de pagos y se convoque el concurso de acreedores, estas pequeñas empresas buscan vías para minimizar el impacto de esta quiebra. Algunas reconocen que finalizarán los trabajos de la mano de las promotoras, que --según un delegado sindical-- también han contratado a algunos de los 62 empleados que ha dejado en la calle la constructora; y otras se aferran a lo que les queda.