Extremadura ha vuelto a decir no a la violencia terrorista. Y lo ha hecho en la presentación del libro Hablan las víctimas, una visión íntima , una obra que recoge los testimonios que algunas familias de las víctimas de ETA han pronunciado en las Juntas Generales de Guipúzcoa.

Al acto, que se ha celebrado en la Asamblea de Extremadura, han asistido la presidenta del parlamento guipuzcoano, Rafaela Romero, el presidente de la Cámara extremeña, Juan Ramón Ferreira, el presidente de la Asociación de Víctimas del Terrorismo de Extremadura, Santiago Moriche y la portavoz municipal de Mérida, Estrella Gordillo. Junto a ellos, Pilar Elías, viuda de Ramón Baglietto, y Jorge Mota, hermano de Angel Mota (dos víctimas de ETA asesinadas en 1980 y 1990, respectivamente), han retratado cómo es el día a día de las familias que han sido marcadas por la banda terrorista.

La presentación del libro contó también con un numeroso público (entre los que se encontraban varias personalidades del mundo político) que se dejó emocionar por el discurso de Rafaela Ramos. Después de reivindicar su origen extremeño, la presidenta del Parlamento guipuzcoano habló de la "belleza de Euskadi, un país marcado por la existencia y la permanencia de la violencia ejercida por ETA frente a una ciudadanía que se pretende libre".

Y las dos víctimas que acudieron al acto pudieron dar fe de ello. Pilar Elías contó cómo tiene que vivir cada día junto al asesino de su marido, que regenta una cristalería debajo de su casa, y es testigo de la "indiferencia social" con que se le trata a ella y a otros muchos que están en su situación, tal vez por miedo. "Además, recibimos insultos y amenazas que se han cumplido en 900 casos. A mí incluso me han puesto un paquete bomba", afirma con tristeza. Ahora se pregunta por qué mientras el asesino de su marido es tratado como un héroe, ella tiene que seguir escoltada.

Jorge Mota se encuentra en la misma situación, y afirma que su única satisfacción es saber que el asesino de su hermano, que le pegó un tiro en la cabeza cuando iba con su hijo de 6 meses, está condenado a 30 años de cárcel que espera que cumpla por completo.

Y esto solo son dos ejemplos de un pueblo que vive atormentado. Por ello, afirma Rafaela, "en Euskadi ya no caben las excusas ni las justificaciones, y no perderemos ni un segundo en aquellos que siguen apoyando, desde el silencio y la complicidad, directa o indirecta, el terrorismo de ETA.