Victorino Martín gestiona una estirpe ganadera que no necesita descripción. Licenciado en Veterinaria, apoderado, empresario, conferenciante, comentarista, escritor e incluso novillero en su juventud, mamó la tauromaquia desde su niñez y es una de las voces más cualificadas del mundo del toro. Resulta evidente cuando describe la situación. «Lo prioritario, sin duda, la pérdida de vidas humanas», afirma. Pero la situación económica le inquieta, y mucho: «Somos uno de los sectores más afectados puesto que tenemos una actividad estacional, aproximadamente desde el 15 de marzo, cuando comenzó el Estado de Alarma, hasta el 15 de octubre. Nos ha pillado tras seis meses de parón invernal, a punto de empezar la temporada», revela.

Esto quiere decir que el mundo de toro no ha tenido ingresos en ocho meses... y lo que está por venir. «En primer lugar, los empresarios ya habían invertido importantes cantidades de dinero en publicitar las primeras ferias y estaban vendiendo entradas que han devuelto con sus negocios parados. En segundo, los profesionales del mundo taurino tampoco pueden desarrollar su actividad, y en su caso no tienen derecho a otras coberturas. Y en tercer lugar, los ganaderos no solo carecemos en estos momentos de ingresos, sino que además debemos seguir manteniendo nuestro ganado (alimentación, veterinarios...)», explica Victorino Martín, titular de dos fincas extremeñas en Moraleja y Portezuelo, con 2.000 cabezas.

Reducción de cabañas

Criar un toro sale caro, muy caro. El coste de producción de un ejemplar ronda los 5.000 €. Sin festejos no se venden, pero además hay que alimentarlos a diario, y aunque la primavera ha sido generosa en pastos, Victorino afirma que los ganaderos viven «un momento crítico». «Hay compañeros que están sufriendo una disminución de su cabaña, el que más y el que menos ha reducido el número de madres, y existen ganaderías que corren incluso el riesgo de desaparecer. Algunos ganaderos han llegado al extremo de enviar toros al matadero porque, o dan de comer a los animales, o dar de comer a su familia», lamenta Victorino. Pero el matadero no es más que una solución desesperada: pagan unos 500 € por toro, «de modo que se pierde el 90% de su valor».

Nadie sabe si la temporada podrá retomarse y en qué condiciones, «dependerá de la evolución de la pandemia», pero Victorino alberga ciertas expectativas «por el bien general, no solo nuestro, porque el toro es un dinamizador de la economía, hace que en su entorno funcionen hoteles, bares, tiendas, transportes públicos...».

Sea como fuere, «vivimos una situación excepcional, quizás la más grave en España después de la guerra civil. Por ello, tenemos que salir adelante entre todos, con solidaridad, con generosidad y con mucho trabajo», subraya.