El cambio en los modelos de hogares, con el incremento de los unipersonales, está influyendo también en los hábitos de consumo, entre otras cuestiones, por la alteración de los menús tradicionales por platos más sencillos o menos elaborados. Hay además una mayor tendencia a recurrir a platos precocinados, que el año pasado supusieron en la cesta de la compra de cada extremeño hasta 12,91 kilos por persona. El estudio destaca precisamente el incremento del volumen de los precocinados, un 6,5% más que el año pasado respecto a los datos de 2017. Además se ingirieron 36 litros de refrescos. «Es una barbaridad y está muy relacionado con la edad de la población», sostiene la nutricionista y presidenta de Adiex, Luisa Muñoz. La explicación es que aunque son los jóvenes los que tomaron esos hábitos, los han ‘inculcado’ a las personas mayores, que los han incorporado ya a su dieta. «Lo veo en mi consulta. Cuando pregunto por los hábitos de alimentación, me encuentro con mucha gente que come con refrescos y no con agua», dice Muñoz.

Otra experta, Laura Ramos, apunta además a otros malos hábitos: «hay un exceso de bollería, embutido, refrescos y zumos en las meriendas de los niños. Debería sustituirse por frutas y verduras», apunta la nutricionista. r. c.