Las zonas rurales extremeñas han perdido 31.000 habitantes en los últimos ocho años, según reflejan los padrones del Instituto Nacional de Estadística (INE). En este periodo, la población total extremeña creció en algo más de cinco mil habitantes, hasta situarse en 1.075.286, aunque este incremento se distribuyó muy desigualmente entre las dos provincias. Así, la de Cáceres pierde dos mil habitantes, y queda en menos de 411.400, mientras la de Badajoz sube en algo más de 7.000 y ronda los 664.000.

Esta desigualdad se acentúa más si se analiza cómo se ha asentado la población en las distintas localidades. De este modo, se aprecia una tendencia sostenida hacia el abandono de las poblaciones más pequeñas en favor de los núcleos urbanos mayores, especialmente, las dos capitales de provincia.

Así, durante el periodo de referencia, la capital cacereña ganó casi 10.500 habitantes, y colocó su padrón en 88.245 vecinos, lo que supone un incremento del 13,5% desde 1996. Más espectacular en términos absolutos fue la evolución de la ciudad de Badajoz, que gana más de 16.600 habitantes, y sobrepasa los 139.000, con una subida porcentual del 12%.

En cambio, la trayectoria de Mérida es mucho más modesta, y la convierte en la ciudad extremeña con más de 20.000 habitantes que menos ve incrementarse el padrón. De este modo, apenas sube en 370 vecinos, es decir, un 0,7%, para situarse en 52.200 habitantes.

Mientras, Almendralejo crece en casi dos mil habitantes (un 7%); Don Benito en 1.761 (5,6%); Villanueva de la Serena en 658 (2,8%), y Plasencia en 1.516 (4%).

EL ´EFECTO TALAYUELA´ La suma de estos incrementos poblacionales marca que las siete mayores ciudades de la región han ganado más de 33.000 habitantes en el mismo periodo en que la región incrementó su padrón en poco más de cinco mil.

Además, si se tiene en cuenta el efecto Talayuela , que ha hecho que esta localidad se convierta en polo de atracción de numerosos inmigrantes, con lo que su padrón se ha elevado en 3.000 habitantes en ocho años, esto es, un 42%, se concluye que las localidades más pequeñas habrían perdido en torno a 31.000 habitantes.

De hecho, de los 144 pueblos cacereños que cuentan con menos de mil habitantes, 133 han perdido población, y sólo once se han mantenido o han crecido ligeramente. Por su parte, en la provincia de Badajoz, donde hay medio centenar de pueblos con menos de mil vecinos, 41 pierden habitantes y sólo nueve los mantienen o suben.

Esto ha provocado que cada vez sean más los núcleos rurales que no superan los 200 vecinos, con lo que su viabilidad futura está más que comprometida.

Por lo que se refiere a los municipios de mediano tamaño, la tendencia general ha sido a ganar población y, en ciertos casos, de manera notable. Así ocurre con Coria, que gana mil habitantes --igual que Navalmoral de la Mata--, Olivenza, que sube 700 o Zafra, que crece en 658.

De forma más modesta, Trujillo gana cien vecinos; Villafranca, 200; Montijo, 30, y Jerez en torno a 300.

En cambio, pierden Miajadas (121) y, sobre todo, Azuaga, donde la caída de población ronda el millar de vecinos, con lo que queda en 8.300.