Ha pasado una década desde que la Central Nuclear José Cabrera, más conocida como Zorita, dejó de producir energía. Situada en el término municipal de Almonacid de Zorita (Guadalajara), esta fue la primera central que entró en funcionamiento en España, en 1969, y también la primera en la que se inició un proceso de desmantelamiento completo --una de las dos unidades de la central de Vandellós se había desmantelado previamente, entre 1998 y el 2003, a causa de un incendio en sus instalaciones--. Una vez parada, como paso previo a su desmantelamiento, hubo que construir un Almacén Temporal Individualizado (ATI) en el que depositar el combustible que se había ido gastando en sus 37 años de vida y que hasta entonces se había guardado, cubierto de agua, en la piscina para elementos irradiados del reactor.

Este es, a día de hoy, uno de los tres ATI que existen en España, junto a los de las centrales de Trillo y Ascó, y el que más se parece al que se proyecta en la Central Nuclear de Almaraz. La estructura es sencilla. Una losa de hormigón sin cubierta sobre la que reposan 16 contenedores. Entre una docena de ellos se reparten los 377 elementos de combustible que se utilizaron en la central, almacenados en seco y ventilados de forma natural. Fueron introducidos primero en una cápsula metálica y blindados luego por varias capas más de acero y hormigón de alta densidad. Los cuatro contenedores restantes contienen residuos procedentes de la vasija del reactor que también tienen alta actividad. Con una altura de unos cuatro metros y un diámetro de 3,3, cada uno de estos recipientes cilíndricos pesa entre 160 y 170 toneladas una vez cargados. El espacio en el que se asientan está delimitado por varios vallados y, además, también se controla que no haya alteraciones en las tapas que los cubren.

Apenas a una veintena de metros de los contenedores, las tasas de dosis de radiación son "similares" a las que se pueden tener en el exterior de las instalaciones, asegura Miguel Angel Martínez Perucha, técnico del Departamento de Ingeniería de Residuos de Alta Actividad de la Empresa Nacional de Residuos Radiactivos (Enresa). "Esta zona ni siquiera es controlada o vigilada, es zona de libre exposición del personal", agrega, por lo que se puede ir sin dosímetros. Estos aparatos solo se requieren en la zona más cercana a los contenedores, si bien, explica Martínez Perucha, "normalmente nadie tiene que trabajar ahí".

Ubicado a unos trescientos metros del edificio del reactor, el almacén se construyó en el 2008 y un año después se cargó el último contenedor de combustible y se hizo la transferencia de la titularidad de la central, que pasó de manos de Unión Fenosa --hoy Gas Natural-- a Enresa. Con posterioridad se cargaron los cuatro contenedores de residuos especiales. "Desde entonces no ha habido más movimiento en el ATI", indica.

Un ATI es una solución provisional para el combustible irradiado. La idea es que en un futuro se traslade al Almacén Temporal Centralizado (ATC) que se proyecta en Villar de Cañas (Cuenca). No obstante, este proyecto, que se quería tener operativo en el 2018, se encuentra actualmente paralizado, por lo que de momento no se puede poner fecha al transporte. "La licencia está sujeta a autorizaciones sucesivas del CSN pero, en principio, por diseño de la instalación, podría estar hasta 50 años, aunque se espera que se vaya antes", precisa.

Aunque el ATI de Zorita es el más similar al que se hará en Almaraz también existirán algunas diferencias. El que está previsto construir en la central cacereña, por ejemplo, no estará a nivel de suelo, sino un metro por debajo, y tendrá más superficie (de 51 metros por 20). Igualmente, no solo habrá vallados, además se levantará un muro de blindaje perimetral de hormigón de medio metro de ancho y cinco de altura.

En cuanto a los contenedores, se almacenarán más, veinte en total, y en cada uno de ellos podrán introducirse hasta 32 elementos de combustible. De esta forma, los 640 elementos serían el volumen equivalente a diez recargas de combustible, si bien las barras que se irán trasladando al almacén serán las que están contenidas ya en las piscinas al tener menor actividad que las que se vayan extrayendo de los reactores.

También serán diferentes los contenedores. En el caso de Almaraz se colocarán del modelo ENUN32P, fabricados por la empresa cántabra ENSA, con una altura de cinco metros y un diámetro de 2,65. Serán de doble propósito: almacenamiento y transporte --los de José Cabrera son únicamente de almacenamiento.

TRAMITES ADMINISTRATIVOS La Central Nuclear de Almaraz ya presentó el Estudio de Impacto Ambiental del proyecto de ATI. Una vez respondidas las alegaciones presentadas --entre otros, por la Junta de Extremadura--, está a la espera de la Declaración de Impacto Ambiental del Ministerio de Agricultura, Alimentación, y Medio Ambiente. Si esta es favorable, será luego el Ministerio de Industria el que, con el informe preceptivo del CSN, dé la autorización de ejecución y montaje, previa a la solicitud de licencia de obras al Ayuntamiento de Almaraz. En la central confían en tener todas las autorizaciones "en septiembre o en octubre", explica Aniceto González, su responsable de Relaciones Institucionales, para así poder iniciar las obras a finales de año "como muy tarde". La construcción se prolongaría entre ocho y diez meses, y a ella le seguiría un periodo de pruebas y disposición de equipos, con lo que la duración efectiva del proceso sería de "doce o trece meses, es decir, todo el 2017". El presupuesto de construcción del ATI rondará los 25 millones de euros.

Las dos piscinas de combustible gastado de Almaraz se encuentran ocupadas al 84% y 86% de su capacidad actualmente, por lo que, explica González, se necesitaría tener el ATI ya terminado a principios del 2018 --el objetivo es que esté listo en el primer trimestre--, para poder seguir operando. Unas previsiones que, incide, han sido confirmadas por el CSN.