El cultivo de tabaco es sinómino de empleo allí donde más se necesita. Extremadura produce el 99% del tabaco que cada año se contrata en España, con un impacto aproximado en la provincia de Cáceres de cerca de 120 millones de euros. La Compañía Española de Tabaco en Rama (Cetarsa) ha sido, desde su fundación en 1987, consciente la necesidad de sostener la economía en las vegas del Tiétar y el Alagón.

De capital mayoritariamente público, Cetarsa se ha convertido un ‘colchón’ que asegura la tranquilidad del sector, del que viven 3.300 familias en la Extremadura rural, donde no existen alternativas viables al cultivo de esta solanácea.

En un contexto de precios a la baja, competencia mundial y rechazo al consumo de cigarrillos, la firma del grupo Sepi es referente de compromiso con la sostenibilidad y con los agricultores, y ejemplo en la implementación de tecnología para reducir el impacto ambiental del cultivo. El resultado es tabaco extremeño de calidad, transformado ‘a la carta’ para las principales tabaqueras del mundo.

Cetarsa procesa aproximadamente el 75% del tabaco que se cultiva en España (29.697 toneladas), el segundo país europeo en producción de tabaco. Italia lidera la clasificación con 51.000 toneladas. Eso sí, Europa produce sólo el 5% del tabaco mundial. En España existen otras industrias de primera transformación (procesado de la hoja para venderlas al fabricante), pero con un peso mucho menor.

A pesar de un contexto caracterizado por la presión sanitaria y la oferta de tabacos a precios muy bajos procedente de países en vías de desarrollo, la compañía pública ha contratado con los agricultores una cantidad similar a la de la anterior campaña, aproximadamente unos 21 millones de kilos de la variedad virginia y 1 millón de kilos de burley y otras. Varios países de la Unión Europea son los principales destinatarios del tabaco extremeño que se procesa en las instalaciones de Cetarsa en Talayuela y Navalmoral de la Mata.

Uno de los principales retos que acomete el tabaco actualmente es lograr la trazabilidad del producto, algo que es ya normal en mundo alimentario. «La trazabilidad del tabaco en rama en su primera transformación y desde ahí a la elaboración del cigarrillo no se encuentra recogida en la directiva 2014/40, que se ocupa de la elaboración y venta de tabacos y productos relacionados. Sin embargo, hay que poner en valor el esfuerzo que ha realizado la Junta de Extremadura para regular la trazabilidad del tabaco, una iniciativa pionera en la Unión Europea, que debería extenderse a todos los países productores», explica José Antonio González Martín, director general de Cetarsa.

24 MILLONES DE KILOS // Por las fábricas de Talayuela y Navalmoral de la Mata van a pasar esos 22 millones de kilos de tabaco que la compañía ha adquirido a los agricultores extremeños y otros 2 que procesa para Deltafina. Cetarsa da empleo a 400 personas, entre empleos fijos y fijos-discontinuos, precisamente en una zona con una alta tasa de paro. La factoría Talayuela tiene una capacidad de procesado de 150.000 kilos por día en dos turnos y Navalmoral de 40.000 kilos al día en un turno.

Otro de los grandes aciertos de Cetarsa es su apuesta por la investigación y el desarrollo. Precisamente suministra una semilla seleccionada y pildorada para su manejo a sus más de 1.340 cultivadores.

Su departamento de I+D+i asesorado por genetistas estadounidenses ha logrado variedades de tabaco más vigorosas y excelentes que resisten plagas o requieren menor empleo de fitosanitarios, lo que redunda en un cultivo más respetuoso con el medio ambiente. Como botón de muestra de este nivel de especialización es la polinización de las plantas de tabaco que tiene Cetarsa, que se realiza flor a flor, garantizando el poder germinativo de las semillas resultantes casi en la totalidad.

También los agricultores corresponden a ese compromiso con la mejora de la calidad del tabaco que entregan a Cetarsa, así como su presentación en fábrica. Los antiguos fardos han sido prácticamente sustituidos por el formato en cajas, suponiendo éstas el 90% de las entregas. Éstas tienen que superar controles por escáner de temperatura y humedad y estar libres de cualquier tipo de residuos.

Las factorías de la compañía se han automatizado e introduciendo los altos estándares tecnológicos que exigen sus clientes, con grandes avances en la uniformidad del producto final. Así, el tabaco se clasifica en más de 80 grados industriales en función del piso foliar, calidad y color. «Nuestros clientes nos piden cada vez más en cuanto a características del producto desde el punto de vista físico, químico y organoléptico», indica el gerente.

Sensibilidad // Cetarsa, especialmente tras la llegada a la presidencia de la compañía de Juan Andrés Tovar, tiene una gran sensibilidad con la integración de colectivos sociales en la plantilla. Fruto de esa preocupación es la firma de un convenio con Fundación Secretariado Gitano para la formación y el acceso al empleo de este colectivo.

José Antonio González califica la campaña tabaquera en curso como «normal», una «cosecha que se va a adaptar a la cantidad contratada. Las compras se iniciaron una semana antes que la anterior, a principios de la tercera semana de septiembre, y el plan de producción de las fábricas está organizado igual que en la anterior campaña. El plan es que el tabaco entre de forma escalonada, primero en Talayuela, luego en la fábrica de Navalmoral. Para hacer el procesado industrial necesitamos antes tener la materia prima, con un decalaje de dos meses, para poder empezar a transformar en noviembre», explica.

Cetarsa centra sus esfuerzos en la sostenibilidad de las explotaciones tabaqueras a pesar de un contexto de exceso de oferta y precios a la baja para los distintos tipos de tabaco en calidades homogéneas. En los contratos de la cosecha actual hizo el esfuerzo de subir la tabla de precios de referencia por encima del IPC real. La variedad burley tuvo un mayor incremento, al ser un tabaco que se cultiva en pequeñas explotaciones. «Hemos realizado este esfuerzo a base de un programa riguroso de reducción de nuestros costes de producción e incremento de nuestra eficiencia en fábrica», añade el director general de la tabaquera del grupo público Sepi.

González explica que «no todas las compañías multinacionales que nos compran tabaco tienen ese grado de compromiso. Imperial Brand, Philips Morris, y Japan Tobacco Internacional están comprometidas históricamente con la producción de tabaco española y extremeña. Eso nos permite mantenerla en la zona. Pero otras compañías como la inglesa British American Tobacco lamentablemente no está comprando tabaco español. Si esta empresa, que tiene el 12 por ciento del mercado de cigarrillos español, tuviera un mínimo compromiso con la zona productora no habría ningún riesgo de abandono de cultivo. Es importante que reanude sus compras en España y su apuesta por el mantenimiento del sector», concluye el director general de Cetarsa.