Las estimaciones para la cosecha de cereales de invierno de este año en la región reflejan un importante incremento de volumen. No solo respecto a la pasada campaña, que fue bastante escasa, también en relación a los datos de los ejercicios anteriores. Una previsión al alza en la que coinciden tanto las organizaciones agrarias UPA-UCE y APAG Extremadura Asaja como Cooperativas Agro-alimentarias y el Ministerio de Agricultura. Aunque ha habido un ligero aumento de la superficie cultivada, este buen dato ha sido propiciado fundamentalmente por una mejora de los rendimientos por hectárea.

«Con respecto a la producción, esta campaña ha sido bastante positiva», sostiene Ignacio Huertas, secretario general de UPA-UCE Extremadura, que cifra en torno a 880.000 toneladas el volumen total alcanzado, frente a las algo más de 600.000 del ejercicio pasado. De esta forma, el aumento sobrepasa el 40%, gracias «a la climatología y a que ha habido menor problemática de enfermedades. Todo ha sumado». El auge sería así también muy significativo respecto a lo recogido en el 2015 (493.000 toneladas) y el 2016 (709.552).

«Ha habido una buena producción y con muy buena calidad de los granos», resalta en esta misma línea Juan Metidieri, presidente de APAG Extremadura Asaja. La planta «salió muy sana del invierno, no la dañó el agua, y luego la lluvia de primavera le ha venido bien», señala.

De acuerdo a los cálculos de esta organización agraria, la media del rendimiento entre todas las producciones de cereales de invierno en Extremadura se mueve sobre los 3.800 kilos por hectárea, cuando aquí «la media se está quedando en 2.500». En su caso, cifran en 249.600 toneladas la producción de trigo blando y en 32.870 la de trigo duro. La cosecha de cebada sería de 230.600 toneladas, de 176.400 la de avena, y de 37.250 toneladas la de triticale. En total, unas 730.000 toneladas

Los cómputos efectuados por Cooperativas Agro-alimentarias en julio pasado también apuntaban a una subida significativa en el volumen recogido de cereal de invierno en Extremadura, de 612.060 toneladas en el 2017 a 877.275 en este año, con lo que el auge es del 43,3%. Conforme a sus cifras, el trigo blando pasa de 157.153 toneladas a 275.825 y la cebada de 160.177 toneladas a 252.584. En el conjunto del país, la cosecha de cereales se situará en 23,8 millones de toneladas, lo que supone un 53,5% más con respecto a la pasada campaña.

El último avance de producciones y cultivos del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación (MAPA) también recogía un aumento de la producción de cereales en la región, aunque más moderado, con un 15,7% para el trigo (tanto duro como blando) y del 9,4% para la cebada. Dados a conocer hace unos días, se trata, no obstante, de datos cerrados a 30 de junio pasado.

En cuanto a la superficie, las estadísticas del ministerio revelan un incremento en todos los cultivos excepto en trigo duro y avena. Así, al trigo blando se han dedicado 62.400 hectáreas en Extremadura (55.800 en 2017), 57.650 hectáreas para la cebada (56.930 el año pasado) y 14.900 para triticale (12.200 en la campaña anterior). Baja el terreno reservado a la avena (de 54.900 a 50.400) y a trigo duro (de 9.100 a 8.650).

PRECIOS / En materia de precios, Juan Metidieri precisa que la avena está cotizando a 136 euros por tonelada, la cebada a entre 155 y 160 y los trigos a entre 170 y 175 euros. «Esto ha sido al final de la campaña. Los precios arrancaron un poco más flojos, pero ha habido un repunte durante el mes de agosto, posterior ya a la recolección». Salvo en el caso de la avena, se trata de precios algo por encima de los del año pasado pero, recalca, «siguen siendo bajos».

«Los precios están bajos, aunque ahora mismo se encuentran por encima de los del año pasado, que fueron ruinosos», asegura también Ignacio Huertas. A esta alza ha contribuido la menor producción de cereales que se prevé a nivel mundial, especialmente en algunos países europeos donde el clima seco y caluroso ha mermado los rendimientos. En cualquier caso, arguye Huertas, la subida «no se está trasladando suficientemente al agricultor. No son los precios que tendrían que ser tal y como está la situación del mercado mundial. Y tampoco se corresponden con lo que pagan los ganaderos por los piensos».