La vendimia afronta esta semana sus últimos días en Tierra de Barros, la principal comarca vitivinícola de la región, y lo hace con unas previsiones de descenso de la cantidad cosechada de entre el 30% y el 50% respecto a las campañas anteriores a causa de lo adverso del clima en los últimos meses. Por contra, en la otra cara de la moneda, los productores de uva subrayan el elevado nivel de calidad que, por este mismo motivo, ha tenido la uva este año.

En esta línea, Cooperativas Agro-alimentarias de Extremadura calificó ayer como «desastrosa e históricamente baja» la actual vendimia, sobre todo en el secano, donde en algunas parcelas la situación es «catastrófica». El presidente de la Sectorial Vitivinícola de esta entidad, Ventura Arroyo, estimó que la producción se situará esta campaña en unos 2.140.000 hectolitros de vino en Extremadura, un 42% menos respecto a la pasada. Como contrapartida, la calidad de la uva, se afirma, es excelente.

El intenso calor que se registró el mes pasado y la falta de lluvias han adelantado este 2017 los trabajos de recolección en los viñedos extremeños, que han ido con varias semanas de anticipo sobre su calendario habitual.

En la zona de Barros, «esta semana habrá acabado todo el mundo», señala Santiago Prieto, técnico de la Comunidad de Labradores y Ganaderos de Almendralejo, quien calcula que «como mínimo» se registrará un descenso de la producción del 50% por las elevadas temperaturas y la escasez de agua, que han impedido que la planta tenga un buen rendimiento en kilos. «Llevamos ya dos años hidrológicos por debajo de la media. El 2016 fue malo y este ha sido peor todavía», lamenta, si bien, precisa, estas circunstancias climatológicas han facilitado también que el fruto esté sano y no tenga «ningún problema fitosanitario».

«Las uvas, las poquitas que ha habido, han estado muy sanas, no ha habido podredumbre, ningún tipo de enfermedad. Este año están saliendo unos caldos extraordinarios», coincide Isidro Hurtado, presidente de la Comunidad de Regantes de Tierra de Barros. En su caso, cifra la caída de la producción en alrededor de un 40% para las variedades de tinta y «entre el 40% y el 50%» para las de blanca.

En general, «las variedades que no son autóctonas de la zona, que no están acostumbradas a este clima tan extremo que tenemos aquí, son las que más han sufrido estos calores», explica. De esta forma, uvas como las tempranillo, cabernet sauvignon, chardonnay o macabeo han acusado en mayor medida la merma de producción que otras tradicionales en la comarca como las cayetana, pardina o montúa».

Viñaoliva es una cooperativa de segundo grado con sede en Almendralejo pero que agrupa a 26 entidades de distintas localidades y a más de 8.000 agricultores. La cantidad de uva recogida por sus socios esta campaña «entre variedades blancas y tintas» suma un descenso «de en torno al 30%», indica su presidente, José Luis Gordillo quien, no obstante, puntualiza que la situación vivida ha sido muy distinta atendiendo al sistema productivo de cada cooperativa. En las de «riego ‘puro’ (mediante canales) pueden estar en unas cosechas más o menos iguales que el año pasado o un poco menos», apunta, mientras que en las zonas que se surten de pozos el cultivo se ha visto más afectado a causa de los «bajones» que han experimentado estos, y que han llevado a recortar las aportaciones de agua. En cualquier caso, las que se llevan la peor parte son las cooperativas de secano, «donde hay unas pérdidas de producción realmente importantes, que pueden llegar al 50%».

También a juicio de Gordillo, el nivel de la uva este año es «excepcional», lo que permitirá mejorar la calidad de los vinos. «Gran parte de los aromas y de los sabores, fundamentalmente en el vino tinto pero también en el blanco, los da el hollejo de la uva. Y cuanto más pequeña es esta, más tanto por ciento supone el hollejo», detalla.

la ESTIMACIón DE LAS BODEGAS

Desde la Asociación de Empresas Vitivinícolas de Extremadura (Asevex) se estima, en cambio, que el descenso en la producción no será tan elevado. «Creo que tendremos una cosecha parecida a la del año pasado o un poco menor», vaticina su presidente, Antonio Medina, quien recuerda además que la vendimia no acabará totalmente hasta el tramo final de mes, ya que aún queda por recoger uva en zonas de la provincia de Cáceres o en la de Matanegra.

Igualmente, Medina arguye que es en los viñedos más antiguos donde la pérdida de producción será más evidente, «a lo mejor de un 30% o un 40%», pero que en los más recientes el descenso será de menos calado. Además, resalta que este menor rendimiento se verá «bastante compensado» por los viñedos «que están empezando ahora a dar uva».

Por otro lado, APAG Extremadura Asaja ha criticado la pasada semana la preocupante situación por la que atraviesa el sector debido a unos precios que esta organización agraria calificó de «vergonzosos». «Los agricultores están viendo cómo sus bolsillos salen dañados tras cada campaña, lo que nos parece un completo despropósito por parte de las bodegas», reprocha Juan Metidieri, presidente de este colectivo, quien adelanta su intención de poner en marcha actuaciones para que se cumpla la Ley de la Cadena Alimentaria y el agricultor reciba unos precios dignos.

«Se habla de un aumento de precios de en torno a un 15% o a un 20% sobre el año pasado pero, con unas pérdidas de producción del 50% mínimo, no nos va a compensar», incide Santiago Prieto.

«Se están haciendo contratos de venta de uva, pero siempre con precio orientativo. Todavía no sabemos lo que va a cobrar el agricultor por kilo. Ese es un mal endémico que existe en esta zona, que tenemos prácticamente vendida la cosecha pero no sabemos los precios que vamos a cobrar», apostilla Isidro Hurtado, quien añade que los aumentos que se prevén en Tierra de Barros poco tienen que ver con los que se manejan «en otras zonas productoras, como Rioja o Ribera del Duero, donde el precio casi se ha doblado con respecto al año anterior».

A LA ESPERA DE UN MEJOR OTOÑO

Cara a la próxima campaña, tras la sequía de los últimos meses, Hurtado remarca que lo que hace falta «es que tengamos un otoño temprano, que empiece a llover pronto para que la planta se recupere y tenga reservas para el año que viene».

«Ya hay zonas regables que se plantean restricciones si la situación no cambia en los próximos meses. Y para los que estamos en el secano, la situación comienza a ser preocupante», sostiene por su parte Santiago Prieto.