Subraya que se va con pena, pensando en que «tomar la decisión ha sido muy difícil, me ha costado muchísimo», pero de sus palabras se deduce orgullo a espuertas. «Me quedo de todos estos años con la gente que he conocido en el fútbol», acota. Mayte Pérez Redondo (Botija, Cáceres, 30 de marzo de 1994) ama el balón, especialmente el más pequeño, el de fútbol sala, pero una hernia discal que le ha provocado un año y medio de ostracismo y dudas, pese a haber vuelto a jugar después, le ha llevado a decidir su adiós a la competición. La de esta futbolista es la historia de una soñadora que ha alcanzado la felicidad haciendo lo que más le gusta.

Ahora toca parar y despedirse para una de las grandes protagonistas del deporte extremeño de los últimos años, aunque siga ligado a él con su trabajo como preparadora física del Badajoz femenino y como profesora de su especialidad, la que ha estudiado en Ciencias del Deporte, en el colegio Nuestra Señora del Carmen, en Puebla de la Calzada. En esta bifurcación profesional está su vida. La que deja atrás nunca tendrá fecha de caducidad.

FÚTBOL SALA COMO REFERENCIA / Su última gran aventura ha sido el fútbol sala, con UD La Cruz de Villanueva de la Serena, de la Segunda División (antiguo Cefo), club en el que ha militado durante las últimas cinco temporadas con viajes continuos desde su lugar de residencia, Cáceres, para entrenar y jugar, con todo lo que ello supone en cantidades ingentes de sacrificio. Pero la historia de Mayte Pérez es la de una enamorada del deporte del que ha sido abanderada en la región en varios ámbitos, entre ellos el universitario.

«Ha sido la jugadora más relevante y más influyente, no solo en fútbol sala y futbol-7 sino de todo el deporte femenino universitario. Tres medallas en campeonatos de España, inumerables veces campeona de Trofeo Rector y Siempre comprometida con los mejores valores del deporte: sacrificada, compañera insuperable, y competidora incansable en cualquier circunstancia», dice Antonio Salguero, entrenador de la selección de la Uex y responsable del Servicio de Educación Física de la Universidad de Extremadura (Safyde). Javier Benavides, de este departamento, lo subraya.

«Después de que tocara el balón cada vez que podía con mi hermano Ismael, convencía a mis amigas para jugar en el pueblo. Eso fue desde muy chica hasta que jugué en Plasenzuela y me fui al Diocesano, con 10 años. Allí tuve a Ángel (Tomé), que fue mi primer entrenador, y como compañeras a gente como Marina o Alba; fuimos campeones tres años seguidos». Entonces, su familia, un pilar indispensable en su vida, la llevaba diariamente a Cáceres a entrenos y partidos. «Sin ellos no hubiera sido posible», agrega. También con la selección se elevó hasta lo más alto en los nacionales, así como después en el fútbol playa.

Después de su etapa en el club colegial, fue una de las futbolistas que contribuyeron decisivamente al salto de calidad y de categoría del Femenino Cáceres, club en el que fue primero entrenada por Raúl Polo y después por Ernesto Sánchez (claves también ambos para ella, por lo que se está especialmente agradecida) y de cuya entidad guarda también sus mejores recuerdos por muy variopintas razones, también en clave de inquebrantable amistad. «Mis mejores amigas son de entonces», afirma. Fueron los tiempos de campeonatos, de sueños y de felicidad infinita. Hablar con ella así delata esos sentimientos. Con una capacidad analítica sobresaliente, Mayte trasluce ilusión y agradecimiento a la gente que le ha marcado especialmente, y que son dos personas. Del mencionado Antonio Salguero y de Ana Pérez, su compañera, amiga y entrenadora en el Cefo y la UD La Cruz «he aprendido muchísimo y me han marcado para siempre».

Su idea e implicación han quedado fuera de toda duda. «Es incapaz de vivir sin fútbol. Se ha pasado la vida en la carretera para poder practicarlo. Si había un proyecto que le convencía, no le importaba que estuviera a cientos de kilómetros. Para ella lo importante es el contacto con la competición. Ha probado suerte en varias modalidades y en todas le ha ido bien. Los equipos donde ha jugado siempre han sido equipos que luchaban por estar arriba. Estoy seguro de que va a seguir siendo una persona relevante en el deporte extremeño, ya sea dentro o fuera de la pista», dice Javier González, responsable de prensa de la Federación Extremeña de Fútbol. Él, como tanta otra gente de su confianza, conoce de su espíritu.

En su nuevo proyecto en el Badajoz está especialmente contenta. «Han apostado por mí. Hubiera sido imposible seguir en Villanueva, además, por los viajes y por la coincidencia en los entrenamientos». ¿Volver al fútbol en el propio Badajoz? «No, no. Ha quedado claro que lo mío es el fútbol sala», dice. Eso sí: jugará pachangas de fútbol sala porque ama el balón.