¿Cuántas células caben en una nevera? Infinitas debe ser la respuesta. O cerca le andará. Ella debe saberlo. En su laboratorio hay por lo menos una decena de refrigeradores como los de casa pero ni rastro hay de medios limones ni cartones de leche. Todo está impoluto, blanco, aséptico. En su lugar hay centenares de recipientes con líquidos coloridos y placas de muestras con las que Sokhna Maryama Seydina Yakhine Diop (Senegal, 1984) trabaja cada día para investigar sobre enfermedades que afectan al cerebro. Está convencida de que «el cerebro es el verdadero corazón».

Su trabajo es sigiloso, imperceptible como las células aunque esta semana se celebre con orgullo a la mujer y a la ciencia. Sokhna tiene una trayectoria envidiable pero el trabajo de laboratorio no suele pedir voz aunque no pare de hacer cosas grandes. Qué paradoja. Hoy analiza proteínas, explica el complejo proceso que sigue mientras un aparato al fondo mece unas membranas que usará luego. Es lo único que parece moverse. Solo la emisora en inglés rompe el silencio y la armonía. Luce una bata impoluta, con el logo de la Universidad de Extremadura y no se separa de los guantes, primero unos de algodón y luego los de látex porque es alérgica aunque aún no sabe bien a qué. En su hiyab se asoman dos alfileres rosas casi a juego. Sokhna lleva seis años en Cáceres y forma parte del grupo Park, un equipo de investigación liderado por José Manuel Fuentes en el que estudian la enfermedad del Párkinson. Este grupo ostenta el sello de excelencia del Centro de Investigación Biomédica en Red sobre Enfermedades Neurodegenerativas (Ciberned). Y desde hace seis meses también compagina esta tarea con un proyecto que dirige sobre enfermedades raras financiado por la fundación Isabel Gemio.

Ahora trabaja a nivel de excelencia pero hasta llegar a ello ha cruzado fronteras. Nació en Senegal. No recuerda qué quería ser de mayor. Tampoco recuerda qué querían ser sus amigas de su infancia. «No sé si tuve». La profesión de su padre, funcionario, no mantenía a la familia viviendo mucho tiempo en un sitio. Creció de una ciudad a otra. Eso sí, su padre quería que estudiara y su madre queria que fuera doctora. Joven partió a Marruecos para estudiar Ciencias de la Vida y se acercó a los laboratorios por primera vez. Cuando terminó, regresó a casa pero su sitio ya no estaba allí así que emprendió el camino a París para hacer un máster en la Universidad de Orsay, donde precisamente José Manuel Fuentes, el responsable del grupo Park, participaba en un congreso. Así fue cómo la reclutó para su equipo. A Senegal vuelve en verano aunque su casa ahora está en Extremadura.

Dicen que es «tímida» pero no tiene reparos en hablar si de su profesión se trata y recorre las estancias del sótano en el que trabaja con soltura. Comienza por la sala de cultivos. «Aquí empieza todo». Comparte vida con salas rodeadas de estantes con inscripciones. Todo son nombres impronunciables. En el pasillo muestra un cartel plagado de gráficos y tecnicismos. Es su tesis. Los tres primeros años trabajó para doctorarse en la especialidad de Párkinson. Pasa horas y horas en el laboratorio. Le gusta el cine pero tiene poco tiempo libre. «Me encantan las películas». Una vez fue a los multicines en Cáceres pero prefiere verlas en casa. En París también fue pero prefiere no recordar el precio. Después de vivir en Dakar y en la cité de la lumière, Cáceres le parece una ciudad perfecta. «Estaba a dos horas del trabajo y aquí coges un bus». Le gustan los espacios tranquilos. Eso sí, como todo no puede ser, lamenta lo complicado que resulta encontrar ciertas cosas. En ningún súper venden okra --una legumbre que se cultiva en África-- para cocinar. Pero no importa, a la dieta se ha adaptado. Lo único que no come es cerdo y es por cuestiones religiosas. Es practicante, como sus padres, hace Ramadán cuando toca y reza cuando tiene que hacerlo. También en casa. Ha viajado tanto que no cree en el impacto cultural. «El choque lo puedes vivir en Marruecos», insiste. En Europa también aunque ella se encarga sin saberlo de romper tópicos. De momento le queda toda la tarde y tiene que terminar de revelar las proteínas. Debe seguir investigando para que el futuro de todos sea mejor. Y que no quepa duda de que lo será si el presente es tan brillante como el de Sokhna.