Con 24 años recién cumplidos Cristina Medina conserva la misma ilusión de la niña que salía a la calle a dar patadas al balón. Es ese fútbol callejero, sin normas, sin control, en el que lo único importante era disfrutar sin pensar en nada más, el que la sigue motivando cada vez que salta al terreno de juego. «Si no disfrutas, estás perdiendo el tiempo», dice la jugadora del Femenino Cáceres, un club en el que aterrizó el pasado verano y donde ha recuperado toda la ilusión. «Esos ratitos que estaba jugando en la calle los recuerdo como los mejores momentos de mi infancia».

Llegó al club cacereño desde el Córdoba, donde había estado dos años, el segundo jugando mucho menos de lo que esperaba. «Fue difícil». Y la ilusión, así, se resiente. En Cáceres la ha recuperado rápidamente y llega al partido del sábado contra su exequipo con ganas de darlo todo, que no de revancha. «Sin duda va a ser un partido diferente, porque son muchas las emociones que viví en Córdoba. Voy a ser muy competitiva, hay que ir a ganar, son tres puntos muy importantes para nosotras».

Tras ganar el domingo al Juan Grande (3-2), el Femenino Cáceres visita Córdoba este sábado para jugar el partido de la jornada 4 aplazado en su día por varios positivos en covid en la plantilla del conjunto extremeño.

Sénior desde los 16 años

Con experiencia en categoría sénior desde los 16 años, Cristi Medina (Málaga, 1996) empezó a jugar con «4 o 5» en la escuela de fútbol de su barrio, el AD Malaka. «Me gustaba estar todo el tiempo en el campo de fútbol jugando con los niños». Siendo aún una cadete la llamó el Málaga, que jugaba en Primera y quería hacer un equipo filial. Fue todo un espaldarazo a su sueño de ser futbolista.

«Siempre he tenido súper claro que quería jugar al fútbol, ser futbolista, dedicarme a esto. Cuando me llamó el Málaga lo vi más claro. Compartir campo con futbolistas que venían de fuera, de muy lejos, me sirvió para darme cuenta de que si ellas podían, yo también», explica.

Cristi Medina, entre Yipsy y Pani, segundo entrenador (Foto de Silvia S.F.)

Tras seis temporadas en el Málaga pasó al Puerto de la Torre y, después, al Córdoba, donde ha estado dos campañas antes de recalar en el Femenino Cáceres. En medio, algún varapalo, pero sobre todo muchas alegrías. «Las motivaciones para seguir adelante han sido siempre muchas».

Con la selección malagueña fue campeona de Andalucía, lo que le sirvió para dar el salto al combinado andaluz. «Quedamos dos veces consecutivas campeonas de España». Jugar algún día con la absoluta es un sueño, «aunque eso, la verdad, no está ahora en mi mente»; y también llegar a Primera División, «ojalá con el Femenino Cáceres». Nada de eso le obsesiona demasiado, porque tiene muy claro lo que quiere: «Disfrutar del fútbol, que es lo que más feliz me hace».

Ronaldinho y Jenny Hermoso

Con ese deseo permanente de disfrutar jugando al fútbol su ídolo, su gran referente, no podía ser otro que Ronaldo de Assis Moreira, Ronaldinho. «Era la sonrisa del fútbol, le veía disfrutar en el campo y eso es lo que yo quiero, disfrutar». En el fútbol femenino le cuesta quedarse con una jugadora, «son muchas y todas tienen mucho talento», aunque destaca a Jenny Hermoso: «Es una futbolista top, me gusta un montón».

Rápida, con buen golpeo de balón, Cristi Medina es una jugadora imaginativa, que sorprende por su control del balón y por las decisiones que toma. En los campos de Pinilla ya han podido disfrutar de algunas de sus delicatessen, como un sombrero con posterior cañito que le hizo a una jugadora del Málaga el pasado miércoles. Detalles técnicos que nunca pasan desapercibidos y que Cristi Medina trata de transmitir a las alevines del Femenino Cáceres, a las que entrena.

Al club cacereño ha llegado a luchar por todo, sin renunciar a nada. «Queremos lo máximo. Eso es quedar primeras. Y sin no puede ser primeras, segundas... Lo que sí está claro es que hay que acabar entre las cuatro primeras», dice rotunda. Eso pasa por ganar muchas finales, que es como definen en el Femenino Cáceres a cada uno de los partidos de esta temporada. «No son finales por lo que nos jugamos, sino porque no sabemos si podremos jugar el siguiente partido».