Gonzalo Mirón Romero, de 24 años, se dedica al sector de la comunicación audiovisual. Natural de la localidad pacense de San Vicente de Alcántara, llevaba años subiendo a las ‘stories’ (vídeos breves) de Instagram a su abuela Rosario, en los que parodiaban canciones como ‘Tusa’ o ‘Lo Malo’ e imitaban algunos de los memes más interesantes y divertidos de internet. Empezaron a tener tanta repercusión que su entorno comenzó a pedirle que diera el salto a un canal de YouTube. Era un gran avance, con una cámara profesional, un guión, unas grabaciones que ya pasaban de los 15 o 30 segundos a los 5 minutos.

En ese momento estalló la crisis del coronavirus y llegó la cuarentena. El primer vídeo fue algo parecido a una prueba de cámara, «pero con la ilusión, el cariño de la gente y el éxito que cosechamos todo empezó a rodar de maravilla», explica Gonzalo. En ellos, su abuela, más conocida como ‘la Rosario’, su nombre artístico, habla de cualquier temática. «Lo mismo dialoga de Eurovisión, que compara el amor de antiguamente con el Tinder actual». Las intervenciones hicieron que a las personas les resultara mucho más llevadero el encierro. «Mi abuela se siente muy extremeña, y muy castúa», destaca entre risas el joven.

El amor incondicional

Si existe el amor incondicional, un contexto en el que podríamos llegar a encontrarlo es el de las relaciones familiares. No necesariamente ni siempre ni en todas, pero sí en algunas, especialmente las que vinculan a abuelos y nietos. «Es para mí lo más grande. Tengo muchas cosas en común con ella. Y a sus 88 años nos sentamos a conversar de todas las cuestiones que podría hablar con cualquiera de mis amigos. No nos ponemos filtros porque lo más importante es la naturalidad», indica.

Complicidad. La youtuber con su nieto Gonzalo Mirón Romero.

El haber estudiado Comunicación Audiovisual motivó aún más a Gonzalo a profesionalizar estas grabaciones, porque le resultó fácil ejecutar con destreza y originalidad las ideas que tenía en la cabeza. Hasta ahora han subido seis composiciones con miles de reproducciones. «Nuestro principal objetivo es que los dos nos lo pasemos bien», señala.

El autor subraya que los sentimientos han aflorado «porque esto nos ha pasado durante la cuarentena, cuando no podíamos vernos cara a cara con los demás, así que la gente flipa con la Rosario». Tanto han flipado que Tele 5, Cuatro, RNE, El Independiente, El Confidencial y hasta Radio Aragón han tenido hueco para ella. «El programa Socialité fue de los primeros en sacarnos, luego lo hizo Sálvame, porque para mi abuela María Patiño y Belén Esteban son sus dos pilares fundamentales, las quiere más que a sus nietos», confiesa a carcajadas el sanvicenteño.

Su infancia

«A mí me puede tutear, porque solo tengo 88 años, no tengo más», exclama con su sentido del humor Rosario Camisón Ripado, sentada al teléfono junto a su nieto. Enseguida comienza a describir algunos retazos de su vida: «Soy de San Vicente de Alcántara, tuve una infancia muy buena, no tengo queja de ella. Con 15 años entré a trabajar en la fábrica de corcho. Allí estuve muy bien, encantada», recuerda.

Narra su propia etapa del confinamiento: «Lo he vivido haciéndome caso de todo lo que comunicaban las autoridades sanitarias, en casita siempre. Y ahora si salgo a la calle, lo hago con mascarilla. Ya vamos volviendo a la normalidad». Rosario, toda una youtuber, se siente más que contenta y sorprendida: «La gente me dice unas cosas muy bonitas. Cuando mi hija va a comprar siempre le comentan: ‘Uy, tu madre, qué graciosa’, y le preguntan: «¿Cuándo sale otra vez? Todos quieren que esté en la televisión».

¿Cómo la convenció Gonzalo para aparecer en su canal de YouTube? Al principio, «le decía a mi nieto que me dejara, que era un empachoso. Pero él insistía, sí, abuela, que es el último vídeo, pero nunca era el último. Y qué le voy a hacer, le tengo que dar ese gustito a él, porque mi nieto es mi nieto, lo quiero un montón», dice.

Defensa de su tierra

Una de las composiciones más famosas de ‘la Rosario’ ha sido en la que defiende que «el acho es extremeño y no murciano», asegura con ímpetu la abuela de San Vicente, madre de dos hijas, Angelita y María José, que viven en Madrid. De sus cuatro nietos presume con satisfacción: Gonzalo, Cristina, Borja y Beatriz.

Rosario se casó con Ramón Romero, y este se dedicaba a las tareas del campo. La guerra le pilló con 5 o 6 años, y aunque «esto del coranavirus ha sido malo también, aquello no se puede comparar con el virus, porque fue muy cruel, aquello que no venga ‘pacá’ siquiera tampoco», reflexiona.

A ella, que le gusta leer el periódico en papel, se la ve feliz porque tiene esa capacidad de sentir la alegría propia de su generación. Desde su casa en el número 22 de la calle San Ramón, apostilla que a los 88 años la vitamina de la vida se la dan su familia y su Extremadura.