La goleadora de la madurez y la máxima ambición

Belén Martínez Sousa (Olivenza, 24 de noviembre de 1988), delantera del Santa Teresa, es una de las goleadoras de la historia de la región. Todo comienza cuando sólo tenía seis años, jugando al fútbol sala hasta que ya no pudo seguir con niños y se marchó a Puebla de la Calzada, en donde acabaría jugando en Superliga. Volvió a Olivenza en categoría nacional y un año y medio dejó el fútbol para trabajar en Londres de camarera. «Me fui para vivir una experiencia nueva, aprender el idioma, conocer a gente y una cultura diferente», recuerda.

Belén Martínez Sousa. Delantera del Liberbank Santa Teresa. 31 años. Natural de Olivenza

Belén volvió a España para jugar en el Femenino Cáceres, de nuevo el Olivenza logrando el ascenso a la máxima categoría, pasó al Extremadura, en el que estuvo dos años y el Santa Teresa la incorporó hace dos temporadas. «Cuando acabé en el Extremadura iba a dejar el fútbol pero me llamó el Santa Teresa y vi una gran oportunidad. Es un equipo super competitivo que lucha por estar en Primera División», declara.

Uno de los recuerdos más bonitos de su vida fue el ascenso a la máxima categoría con el equipo de su localidad natal. «Como soy de Olivenza, fue muy importante». También subraya su etapa en el Puebla, «al que todo el mundo conoce porque fue el principio del fútbol femenino en Extremadura. Pero que mi equipo, el Olivenza, con un pueblo de 12.000 habitantes subiera a Primera fue una experiencia súper bonita. Y ahora el Santa Teresa es como mi familia y estoy súper contenta y muy cómoda».

Estefa, su gran amiga

Belén es una delantera goleadora, «aunque también he jugado de extremo cuando era más joven. Normalmente lo hago de delantera, intentando aportar». En su segunda temporada en el Santa, está dando un gran nivel y ya lleva 15 goles, como su compañera y amiga Estefa Lima. «Parece que los años no pasan por nosotras. Llevamos 15 goles cada una, somos las pichichis e intentamos aportar experiencia y juego». La conoció en la selección extremeña y el Puebla, «cuando teníamos unos 10 años y es una de mis mejores amigas». Recuerda con cariño a Alba Merino y Lourdes Díaz, «una referente en el fútbol extremeño. Me encantaba jugar con ella y también con ‘Las mellis’ de Olivenza y fueron importantes».

Con la dupla con Estefa «el objetivo es el ascenso», reconoce Belén. Su equipo va líder del grupo Sur de la Liga Reto Iberdrola -segunda categoría- un punto por encima del Granada y cuatro del Albacete.

«Dentro de dos jornadas viene el Granada a casa. Será un partido decisivo», subraya. El año pasado ante el Tacón no subieron «por un gol y este año la competición ha cambiado porque la liga se ha dividido en norte y sur y las primeras de cada grupo suben directamente y no hay play-off», explica.

Respecto al papel del fútbol femenino, Belén manifiesta que «la visibilidad social no es como debería, igual en el deporte que en muchos ámbitos de la vida, pero hemos encontrado muchísimas diferencias respecto a años anteriores. Yo firmé mi primer contrato hace dos años…Hace diez temporadas y darte de alta en la Seguridad Social. Vamos mejorando pero nos queda mucho. No nos graban partidos, en el telediario no salimos…».

Belén estudió la carrera de Turismo en Sevilla y ello lo compaginaba con el fútbol, después empezó a trabajar y desde entonces no ha parado. «Ahora tengo una excedencia en el trabajo y sí puedo vivir del fútbol pero es muy complicado. Ahora es cuando realmente está emergiendo el fútbol femenino». Su sueño es «subir con el Santa Teresa a Primera y antes de retirarme me haría muchísima ilusión jugar en la máxima categoría junto a Estefa».

Y el domingo a las 12.00 en El Vivero, derbi ante el Femenino Cáceres. Belén explica que «a priori la presión la tenemos nosotras que vamos primeras y ellas en mitad de tabla. Los derbis siempre son partidos muy fuertes, competitivos, con juego muy directo, de ida y vuelta, muy bonito y muy intenso. Son muy guerrilleras y es súper incómodo jugar contra ellas. Normalmente se nos da bien pero perdimos en la final de la Copa y en casa Badajoz tiene que ser un fortín».

Pasión futbolera bien alimentada desde muy niña

Prácticamente desde que iba montada en el carrito, a Nerea Sánchez Herruzo (Sagrajas, Badajoz, 17 de junio de 1994) le ha seducido extraordinariamente el fútbol. «Mis tíos Candi y Joaquín me llevaban al campo, casi siempre al del Valdelacalzada», cuenta esta jugadora entusiasta y optimista, que cumple su séptima temporada en el Femenino Cáceres y que saborea la que ella mismo dice que es su «mejor año» en su actual club. Para cumplir el deseo especial de jugar con sus amigas en la Liga Reto Iberdrola tuvo que tomar una decisión clave: renunciar a su trabajo en el bar Mi Romano, en el Nuevo Cáceres, donde ejercía de cocinera, su otra gran pasión.

Nerea Sánchez (de verde). Delantera del Femenino Cáceres. 25 años. Natural de SagrajasNerea Sánchez

El domingo, en el derbi ante el Santa Teresa, puede ser una de las protagonistas. «Será un partido muy difícil, pero vamos a disputarlo e intentar ganarlo. Es un derbi en el que tenemos que respetarlas mucho, ya que son un gran equipo y muy fuertes en casa», declara la delantera, que pese a su juventud atesora una gran experiencia. Del cuadro pacense tiene alguna buena amiga, como la goleadora Belén.

«Jugué cinco años en el Comarca de Olivenza, los dos últimos en Primera» recuerda con cariño esta delantera, que debutó en la máxima categoría a los 16 años, de la mano de Félix Pedro Rivera. Antes, «con 6-7 años en Gévora, con los chicos, después en el Puerta Palmas de Badajoz, cuando me llamaron para la selección sub-12, y después a Olivenza».

A Cáceres

Se puede asegurar que la primera gran determinación de su vida fue irse a vivir a Cáceres, y ahí resultó clave la condición de mentor del que es todavía el entrenador de su actual club. «Al descender, hablé con Ernesto Sánchez, ya que en Olivenza jugaba poco. Era muy joven, claro. Estudié el Bachillerato en el Virgen de Guadalupe y después Cocina en la Laboral, pero antes de terminar ya encontré trabajo en el Bar Casa Plata, con el padre de mi compañera Selene», relata Nerea, autora de seis goles en lo que va de campeonato.

Este verano se planteó su verdadera disyuntiva. «No podía compatibilizar los entrenamientos del equipo y el trabajo, aunque sí los partidos. Y dejé el trabajo porque quería vivir la experiencia». ¿Y en su casa qué le dijeron sus padres? «Lo que hagas está bien hecho; si te equivocas te equivocas tú», dice con orgullo. Su padre, «un pintor de brocha gorda» que se gana la vida a fuerza de abnegado trabajo, y su madre, la han apoyado siempre en todo, dándola una absoluta libertad, que ella agradece.

Y está feliz. Muy feliz, también fuera del campo de fútbol su vida se desenvuelve con plenitud residiendo en una vivienda del club con sus compañeras Andrea, María Polvillo, Elena Guerra y la jovencita Andrea Fernández. Ella, por supuesto, es la que hace la comida, todo ello en un ambiente sano y con una convivencia, como la del propio equipo, de excelentes sensaciones. «Hemos congeniado bastante bien en general, y está claro que estamos trabajando mucho como grupo», no duda en asegurar Nerea Sánchez.

Individualmente, el hecho de encontrarse en un dulce momento, parece nortársele en cada frase, siempre diáfana. «Estoy muy bien, y a ello me ayudó a que busqué una psicóloga, que me ha ayudado un montón», comenta. Llegará el momento en el que tenga que decidir de nuevo: volver a trabajar o seguir en el equipo’ a tiempo completo’. «Ya veremos». afirma esta futbolista extrovertida.

Es evidente que su trabajo como cocinera le da muchas más posibilidades económicas, y eso pesa, «pero en el fútbol este año me he sentido importante», acota. Complicado momento el que se avecina en su vida, aunque en absoluto traumático porque ella, en realidad, seguiría ligada al fútbol en cualquier faceta.

El fútbol le ha dado incluso algún momento malo, como cuando fue agredida en un partido de Segunda en Córdoba, hace más de tres años, pero la sensación que transmite es que goza mucho del deporte competitivo. Y el domingo, claro, es uno de los momentos más importantes.