Dicen que cuando un piloto llega a una comunión perfecta con su coche, alcanza un éxtasis. "Te sientes el rey del mundo", dice Fernando Alonso. Esa comunión necesita un sacerdote y ese no es otro que el ingeniero de pista, el hombre encargado de revertir en el conductor lo más importante de la ingente cantidad de datos que, más de mil sensores, envían al boxe desde el F10. El nuevo cura de Alonso este año se llama Andrea Stella. "Es casi tu media naranja", dice el bicampeón. ±Con tu ingeniero siempre tienes una relación muy cercana. Durante la pretemporada y en Maranello hemos tenido muchas charlas, muchas. Nos entendemos con una sola mirada", asegura tras repasar mentalmente a los 6 con los que ha convivido en Minardi, McLaren y Renault.

A Alonso le gusta que su ingeniero le cuente como va la carrera por detrás y/o por delante, cuáles son las diferencias, quién va a dos paradas o una, o tres, con qué neumáticos. "Lo he mentalizado de que me lo tiene que contar todo, todo y que no se preocupe si se hace pesado. Quiero saberlo todo".