Abu Dabi aguardaba la escena más inesperada. El Mundial de F-1 más apasionante de la historia reservó para el último acto su gran número. Cuando los focos habían abandonado a Lewis Hamilton y se centraban en Fernando Alonso y Mark Webber, emergió Sebastian Vettel para enroscarse en su rubia melena la corona de campeón del mundo de fórmula 1, el más joven de la historia, con 23 años. Ferrari le regaló el título con un incomprensible error de estrategia, pero nadie puede olvidar que el alemán pilotó el mejor coche, de largo, durante todo un año en el que nunca había sido líder hasta que ayer ganó el GP de Abu Dabi. Es el nuevo diamante del circo, un miembro más para el selecto club de campeones de Bernie Ecclestone, que soñaba con su triunfo.

GRAN REMONTADA La ruleta de un trepidante mundial arrancó señalando a Alonso como primer líder con una victoria en Bahréin. Felipe Massa le relevó al frente del Mundial, después llegó el turno de los McLaren (primero Button, más adelante Hamilton). Webber recogió el testigo, y Alonso completó una brutal remontada para llegar a la última carrera líder y, ¡zas!, en el último suspiro, la aguja apuntó a Vettel como campeón. No se puede pedir más. Tres escuderías, seis líderes, cuatro candidatos en la última carrera. La historia de la F-1 siempre ha reservado sorpresas cuando más de dos hombres pelean por la corona; también ayer. Quizá por eso, los miembros de su equipo tenían preparadas camisetas azules con letras doradas que rezaban: Vettel, campeón de 2010. Su ingeniero Guillerme Rocquelin no quiso nunca decirle que iba camino del título. "Le preguntaba, y solo me decía: vamos bien, céntrate en el coche".

No querían desviar la atención de quien, por juventud y fogosidad, mostró algunas debilidades a lo largo de toda la temporada. "Cuando me han gritado por radio que era campeón, ha sido increíble". Es la de Red Bull una obra perfecta con el título de constructores, con el de pilotos, con la culminación de la obra de creación de su programa de pilotos que es Vettel y con una forma de entender el márketing que le proporciona mucha más cuota de pantalla y popularidad que las que corresponden a sus resultados. Ha entrado con aire fresco en ese lobi que Ferrari, McLaren y Mercedes querían cerrar a los extraños.

ELOGIOS A ALONSO La puerta fue abierta por Ferrari en un acto de pánico impropio de una escudería que ha ganado o luchado por el título en la última carrera en 11 de los últimos 13 años. Condenaron todas las opciones de Alonso, el tipo que con su talento, velocidad y convicción abanderó una espectacular remontada.

"No hemos acertado con las paradas en boxes, pero no hay nada que reprochar a Alonso. El ha sabido entender el espíritu del equipo desde el primer momento y su talento y profesionalidad hicieron posible esta remontada. No hemos ganado pero podemos estar satisfechos de esta temporada", explicó Luca Cordero di Monzemolo, jefe de Maranello, tras abrazar al asturiano a modo de consuelo, de disculpa, de ánimo para muchos años más que le quedan en la Scuderia.

Ferrari estuvo a punto de arrojar la toalla tras el Gran Premio de Bélgica, pero el triunfo de Alonso en Monza la animó a continuar en la evolución de un coche que, salvo en ese gran premio, nunca, ni antes ni después, estuvo a la altura de los Red Bull y, en muchas ocasiones, tampoco de McLaren. Y Ferrari dejó vendido a Alonso cuando el asturiano tenía el título en el bolsilllo. Le bastaba ser cuarto si Vettel ganaba, y ahí transitaba Alonso cuando sus ingenieros se volvieron locos y le mandaron entrar a cambiar ruedas siguiendo la estela de un accidentado Webber. "Me quedo con este gran año, con llegar hasta aquí con posibilidades de ganar. Y estoy seguro de que el próximo año y el siguiente y el siguiente... volveremos a luchar por ello. Este es un deporte en el que no siempre se gana".

No quiso Alonso hacer sangre con la decisión tomada desde el muro. No es su estilo. "Es fácil cuando ya ha pasado todo", les disculpó. Pero todo el mundo sabe quién erró. "Las decisiones no han estado a la altura de Fernando", reconoció su ingeniero de pista Andrea Stella. Con el ánimo destrozado tras perder un título que tenía en el bolsillo, hundido por un error ajeno, Alonso aún tuvo fuerzas para mirar la botella medio llena: "Es un gran balance para mi primer año en Ferrari, a pesar del resultado final". Y añadió: "He ganado cinco carreras, ya tengo más que Lauda o Fangio".