No hay más de una hora en automóvil desde el circuito de Hockenheim a Kerpen, la pista en la que su abuelo Rolf trabajaba de mecánico de karts, la pista donde su padre Michael Schumacher dio los los primeros pasos en un kart antes de forjar la leyenda como el mas grande de la historia de la F-1. Y ha sido en Hockenheim, frente a sus paisanos, al sur de Alemania, donde el joven Mick Schumacher ha conquistado el título de la F-3 Europea a los19 años, el mismo certamen que su padre había ganado en la esfera alemana 30 años antes.

Mientras Michael sigue postrado en una mansión suiza, rodeado ya tendido por una veintena de personas, su mujer Corina es quien se ocupa de la carrera de Mick, el primogénito, el chaval que, cuando tenía 13 años, acompañaba a su padre en las pistas de Courchevel cuando una estúpida caída le dejó sin conocimiento para siempre.

En esta ocasión Corina estaba acompañada por Stefano Domenicali, hasta 2015, director de la escudería Ferrari, y que ahora mira también por la carrera del hijo de su buen amigo Michael. Corina y Domenicali, junto a Mick, deben decidir ahora qué camino van a recorrer. Toro Rosso le reserva un volante en la F1, un salto directo de F-3 a F-1 como en su día hizo Max Verstappen o Kimi Raikkonen. O, quizá, se decidan por hacer un año en la F-2, el paso intermedio, probablemente en el seno de la escudería Prema, con la que han conseguido hoy el título de la F-3.