El austriaco Alexander Ruckensteiner (41 años) es fundador, junto al francés Arnaud Ripert, de la cadena de trasteros de última generación Bluespace, que con 11 centros es el principal operador de este mercado en España. Ruckensteiner reivindica lo simple. Y lo hace a pesar de haberse doctorado en el MIT (Massachusetts Institute of Technology), en cuyas aulas han madurado tantos artífices del cambio tecnológico. En lo que cree este austriaco arraigado en España es en la fuerza del "monoproducto", una herencia de su padre, que fabricaba chaquetas tirolesas: "Soy un enamorado del producto simple. Como Coca-Cola. O Red Bull, que puso en marcha un compatriota", dice en alusión al emperador de las bebidas energéticas, Dietrich Mateschitz.

Bluespace es un negocio sencillo --se trata de alquilar espacio--, lo que no quiere decir que sea fácil. Ruckensteiner desentraña la paradoja: "Cuando fundamos el negocio en el 2002 había mucho escepticismo; aún hoy solo el 2% de la población española conoce el producto". Este emprendedor hace una analogía con el sector de la comida rápida, que entró con timidez en España y que, con el tiempo, se popularizó. Bancos y entidades de capital riesgo han confiado en sus estimaciones: "En el 2007, justo antes de la crisis subprime, recibimos una línea de crédito hipotecario del alemán Hypo Real State por 120 millones de euros". El fondo de EEUU Pramerica, que entró en el accionariado en el 2005, aumentó capital el año pasado y ya controla el 76,2%. Pramerica participa en cinco empresas del sector, entre ellas Big Yellow, líder en el Reino Unido con 62 centros. "El objetivo es alcanzar 50 centros en España en un plazo de entre tres y cinco años".

Ruckensteiner se ha manejado en los sectores más variopintos --esquís, embalajes, trasteros--, una predisposición que quizá guarde relación con una de sus principales aficiones, la montaña, un entorno desagradecido con los comodones. "Soy guía de montaña profesional por mi país, un título más difícil que conseguir que el doctorado en MIT". Solo en una ocasión logró aunar ocio y negocio: "Me encargaron la reestructuración de un fabricante austriaco de esquís". A España llegó como director general de la filial del grupo de embalaje Frantschach Mondi.

En el 2001 se tomó un año sabático. Entonces se propuso un negocio, el self storage , de éxito en EEUU. ¿Por qué no había entrado nadie en ese mercado en España? La pregunta daba miedo pero, como quien se adentra en la montaña, se arriesgó para hallar la respuesta.