Las lluvias registradas durante las dos últimas semanas en Extremadura han tenido un efecto lenitivo para el sector agrario extremeño. Especialmente para quien probablemente más lo necesitaba, la ganadería, pero también para cultivos como los cereales, la vid o el olivar, que con estas precipitaciones han visto mejoradas sensiblemente sus perspectivas para la presente campaña. Y es que, como señala Antonio Prieto, responsable de ganadería y olivar de UPA-UCE, "Estas lluvias van a alargar un mes la primavera".

En lo que atañe a la ganadería, el agua caída ha llenado las charcas y ha permitido que la hierba vuelva a crecer. Y aunque eso no va a subir los precios de los animales, evitará que los ganaderos tengan que seguir pagando por "alimentación suplementaria en una época en la que la alimentación tendría que ser natural. Su bolsillo lo va a notar al menos durante un par de meses", pronostica Prieto.

En cuanto al olivar, el agua ha llegado en uno de los momentos clave en el ciclo de este cultivo, el de su floración. "En esta época, el olivar de secano necesita que le caiga un riego. Si no sucede así, hay una floración, pero sin consistencia", comenta este responsable de UPA-UCE, que añade que la climatología ha hecho elevar las previsiones de cosecha para esta campaña. Unas previsiones que ya contaban con superar las 48.000 toneladas de aceite de oliva que se produjeron el año pasado en la región.

CULTIVOS HERBACEOS Para Bibiano Serrano, presidente de Apag Asaja Extremadura, todavía es pronto para hacer previsiones de producción de cereales, pero apunta que las últimas lluvias han dado a la cosecha "un impulso casi definitivo". "En algunos cultivos herbáceos de secano se había encendido la luz de alarma".

De nuevo en este caso, el agua ha llegado en un instante crucial para la planta, el de la granazón. Es ahora cuando la espiga sale y comienza a formarse el grano. Si no hay humedad, la semilla no se forma o lo hace de forma inadecuada.

"Las lluvias permitirán tener una semilla de calidad", detalla el responsable de cultivos herbáceos de UPA-UCE, Joaquín Perera, para quien "ha sido como dar vitaminas a un enfermo, porque las plantas estaban sometidas a un estrés hídrico importante". Dentro de los cereales, el que en mayor medida se ha visto favorecido ha sido el trigo duro (usado para pastas). "Es más delicado y le cuesta más granar", detalla. A la hora de echar cálculos, Perera explica que es difícil hacer vaticinios "hasta que la planta espigue". Sin embargo, considera que si todo sigue bien, se podrá alcanzar un rendimiento de entre 3.500 y 4.000 kilos por hectárea "y hasta 5.000 en algunas zonas". De esta forma, se superaría ampliamente el rendimiento de la pasada cosecha, unos 2.500 kilos por hectárea.

En cualquier caso, resalta que aún queda la segunda quincena de abril --en la que todavía serían conveniente alguna precipitación más-- y la primera de mayo, en la que lo ideal es que no se eleven mucho las temperaturas.