Estos días en Nueva York se habla más español que nunca. Y no es el de los muchos inmigrantes hispanos que trabajan en la Gran Manzana. La fortaleza del euro frente al dólar ha vuelto a convertir a la Ciudad de los Rascacielos en uno de los destinos de moda para los turistas españoles que, nada más bajar del avión, encuentran algunos artículos, fundamentalmente los de electrónica y la ropa de marca, a precios de auténtico saldo.La invasión de turistas europeos ha alcanzado tal punto que muchos comercios ya cuelgan el cartel de se aceptan euros, mientras que algunos diarios y revistas neoyorkinos publican, en tono de humor, guías de supervivencia para que los oriundos eviten las hordas de visitantes europeos que a diario toman la ciudad espoleados por el afán consumista. Tiendas como el Century 21, un outlet gigante situado en las proximidades de la Zona Cero, o la Apple Store, en la Quinta Avenida, se han convertido para ellos en auténticos lugares de peregrinación.Hace apenas unos días el banco UBS publicaba su estudio anual sobre precios y salarios en las principales ciudades del mundo. En él se hacía más que patente la repercusión que está teniendo la fuerte bajada del dólar estadounidense en el ránking de las urbes más caras. Así, en el último año Nueva York ha perdido once puestos, y se sitúa en el 18, solo dos por delante de Barcelona y seis de Madrid. Ambas capitales españolas ya son más caras que Los Ángeles y Chicago.Juan Miguel Fernández regresó de Nueva York el pasado día 18 de marzo después de una estancia de algo más de una semana. Aunque él y otros tres amigos, todos cacereños, tenían planeado con anterioridad el viaje, han aprovechado la coyuntura para traerse "sobre todo ropa: camisetas, zapatillas, pantalones, cinturones, camisas...". "Hemos arrasado", afirma. Los precios incitan a ello: Unos Levi's 501, modelo que en España puede rondar los 70 euros, "allí los encontraban por 32,5 dólares --cerca de 21 euros al cambio--; las camisetas de marca, de Tommy Hilfiger, por ejemplo, por entre 15 y 18 dólares; o la ropa interior de Calvin Klein, por 12". Tampoco se olvidaron de la electrónica: un iPod Touch y un iPod Suffle (40 dólares allí, 45 euros en España) viajaron de vuelta en sus maletas.Pero el actual cambio de divisas no solo ha hecho más accesibles los bienes materiales. Juan Miguel asistió también a un partido de la NBA (Knicks contra Atlanta) por 30 dólares. Y eso que fue una compra de última hora. Si se adquieren con antelación, "esas entradas cuestan diez dólares", algo más de seis euros --lo que se cobra, aproximadamente, por ver a la mayoría de los equipos de la Tercera extremeña de fútbol--. También pudieron disfrutar de sesiones de música en directo en clubes de jazz "por apenas 10 o 15 dólares".

Otro extremeño que ha visitado Nueva York recientemente es José Emilio Maestre. Estuvo allí esta pasada Semana Santa junto a su mujer Silvia. "Nos gusta viajar y ya nos habíamos movido bastante por Europa. Estados Unidos era un destino que siempre habíamos barajado, aunque lo que nos ha acabado animando ha sido el auge del euro frente al dólar", señala este abogado cacereño.

Era la primera vez que iba a EEUU. "Vas un poco asustado, sobre todo por los trámites de inmigración, pero luego no ha sido para tanto", continúa. "Hemos venido contentísimos", resume José Emilio. "Y no solo por el tema económico, sino también por la hospitalidad con la que nos han tratado".

En su caso vuelve a ser la ropa la que ha concentrado el capítulo más importante de sus compras. En el apartado cultural, fueron a ver el musical de El rey león . Cada una de las entradas, en patio de butacas, les costó cien dólares (unos 64 euros). "Son un pelín caras, pero se pagan a gusto, porque es un espectáculo que merece la pena", argumenta. Y en cuanto a la comida, "hay de todo, sitios donde puedes comprar por dos dolares --1,3 euros-- un perrito o una porción de pizza o restaurantes de alto standing donde te pueden dar un sablazo importante".

A Carmen Jiménez la semana que estuvo en Nueva York, junto a su pareja y otros dos amigos, se le ha quedado corta. "Es una ciudad tan grande que en una semana no la dominas", arguye. Una de las cosas que destaca esta abogada donbenitense, pero que reside en Madrid, es que se encontró con "muchísimo español. No sé si porque el dólar estaba bajo o porque coincidió que era Semana Santa, pero fueras por donde fueras te los encontrabas. Entre los turistas y los hispanos oías hablar español todo el tiempo. Tenías la sensación de que estabas en casa".

Además de para algunos encargos y regalos, los aproximadamente mil euros que ha gastado en compras han dado para mucho: "Zapatos, ropa, bolsos, un iPhone,.... mejor que no siga", explica Carmen, que también destaca lo asequible de la comida "En un restaurante bien , podíamos cenar los cuatro por setenta euros al cambio. Mucho más barato que Madrid".

Miami es otro de los principales focos de atracción para los turistas españoles, a los que ofrece la ventaja añadida del idioma: "La mayoría de los taxistas, dependientas de las tiendas o camareros son hispanos", comenta Elisa Blázquez, una periodista cacereña que estuvo allí en diciembre pasado. Viajó junto a otras dos amigas y su compra estrella fue una cámara digital Canon, "que valía entre 500 y 600 euros en España y allí me salió, al cambio, por 380 euros". "Las cosas costaban lo mismo allí en dolares que aquí en euros, con lo que al cambio sales ganado bastante", subraya Elisa.

Una de sus amigas, "forofa de los zapatos caros", también aprovechó para comprar "cuatro o cinco pares porque estaban baratísimos. Nos dijo que aquí valían como cuatro veces más".

A FINES DE MAYO Pepa y otros once amigos, algunos extremeños, como ella, y otros andaluces, partirán el próximo 24 de mayo con destino a Nueva York. Un viaje que, admite, "tal como está el cambio, se hace más atractivo". En su caso, no será ni mucho menos la primera vez que visite Estados Unidos. Entre 1992 y el 2001 pisó suelo americano casi una quincena de veces. Ese último año el dólar se pagaba a 0,90 euros. El pasado viernes a más de 1,57.

Y son esas experiencias anteriores las que ahora le permiten comparar precios. Por ejemplo, en internet ya ha podido ver que si se deciden a programar una jornada de excursión a las cataratas del Niágara (con todo incluido), una vez hecho el cambio de moneda, les acabará costando menos cara que "hace 12 o 13 años". En cuanto a bienes de consumo, electrónica y ropa de marca son los productos que sabe que también va a encontrar a unos precios mucho más interesantes "ya eran más baratos entonces y lo son todavía más ahora". Eso sí, aparte de lo que se compre para ella, también tendrá que incluir en su maleta más de un encargo: cámaras de fotos, móviles, GPS, consolas... "He llegado a traer hasta palos de golf", asegura.

Más próxima está la partida de Maribel López, profesora de Crítica Literaria de la Universidad de Extremadura, que esta misma semana viajará a EEUU. Lo hará para impartir conferencias sobre poesía española del siglo XX en dos universidades, la del Estado de Nueva York, y la de Siracusa (Pensilvania). Aunque es un viaje de trabajo, espera sacar algo de tiempo para ir de compras. De hecho, ya le han hecho más de una petición: "Las cosas que más se suelen comprar allí, ropa vaquera y de marcas como Ralph Lauren, Tommy....". Apunta, eso sí, que el billete sigue sin ser "nada barato": más de setecientos euros ida y vuelta. Para Maribel, que irá acompañada por su hijo, ésta será, además, una buena ocasión para comprar libros. "En Nueva York hay muy buenas librerías de viejo", concluye.

El reverso de esta situación es la que viven los estadounidenses que están residiendo temporalmente en Europa. Gordon Knoblach es uno de ellos. Este estudiante de Filología Española e Ingeniería Aeronáutica participa en los Cursos de lengua, cultura y civilización españolas para estudiantes de la Iowa State University que se imparten en la Uex. Llegó en septiembre a España, y como el resto de alumnos que toman parte en esta iniciativa, reside con una familia cacereña. Así que donde más nota la debilidad de la moneda patria es en los gastos de ocio, sobre todo a la hora de "viajar e ir de marcha". "Una copa son cuatro o cinco euros y eso son siete dólares", ejemplifica. "Cada vez que voy al cajero veo como la cuenta va a menos y menos. Es algo bastante doloroso", lamenta. Más doloroso todavía si se tiene en cuenta que, como muchos de sus compañeros, se paga la estancia en Europa --y su matricula universitaria-- con el dinero que previamente ha ahorrado trabajando, fundamentalmente durante el verano, en EEUU.

Brett Fitzgerald es otro de los estudiantes de este programa. Hasta ahora, también dependía de sus ahorros para subsistir. "Ya he pedido a mi padre que me haga un ingreso porque prácticamente me quedo sin dinero". Brett estudia Lingüística, Antropología y Filología Española y ahora está haciendo prácticas en un colegio. Además, ha trabajado un par de veces en Badajoz, poniéndole voz a un programa de enseñanza del inglés. "Aunque todavía no me han pagado", indica.

Brett ya ha estado en Portugal y en varias ciudades españolas. El jueves pasado inició un viaje a Roma y en las próximas semanas tiene previstos otros a Francia, Barcelona y Salamanca. Y es ahí donde más sufre su bolsillo, explica, cuando tienen que afrontar los desplazamientos.

Actualmente, son nueve los alumnos de Iowa State que están en Cáceres. Para el próximo grupo, que llegará en septiembre, hay confirmados catorce. "En los dos últimos programas ha habido menos gente. Puede que esté influyendo el tema económico", apunta Toñi Paín, directora de esta iniciativa, que añade que normalmente la cifra de alumnos está entre 25 y 30.

"Todos me dicen que encuentran España muy cara, pero menos que otros países europeos", declara Paín, que explica que aunque estos estudiantes "intentan trabajar en cositas, les resulta bastante difícil. Lo único que pueden hacer es dar alguna clase particular, pero normalmente es algo que se hace como intercambio gratuito".