Las míticas barras negras sobre un fondo blanco que identifican los productos, los códigos de barras, tienen un sustituto. Pero no se trata de una tecnología del lejano futuro, sino del presente: la radiofrecuencia (RFID). Etiquetas equipadas con un pequeño chip y antena que no necesitan contacto directo con un lector, sino que transmiten información a distancia. No es ciencia ficción. Es ya una realidad en algunos establecimientos y almacenes portugueses.

Hace apenas un año se fraguó uno de los primeros proyectos que contaron al 100% con esta tecnología. La nueva cadena de venta de libros, DVD y videojuegos Byblos comenzó su negocio en Portugal con una idea en la cabeza: "Confort para los clientes, pero también para los trabajadores", explica Rui Gaspar, director de operaciones de la firma. Todo tenía importancia: iluminación, espacio, colores, expositores... Pero su mayor apuesta fue por la radiofrecuencia: tras una alianza con diversos partners, dijo adiós a los códigos de barras para automatizar todo el negocio con etiquetas RFID.

No es fácil cuando se trata del mayor establecimiento de este tipo del país, en Lisboa (Amoreias): 3.300 metros cuadrados, 150.000 referencias para 350.000 unidades y 5.300 posibles localizaciones (estantes, mesas, expositores destacados...). Todo empieza en el almacén. En apenas 40 metros cuadrados (lo normal serían 250), gracias a la robótica, ahorran espacio, personal, comodidad y rapidez de entrega y devolución. En la tienda en sí, todo está perfectamente ordenado (hacer inventario es más fácil, solo hay que pasar el lector desde cierta distancia, y si algún libro está mal ubicado, es sencillo saberlo). "Todo está equipado con RFID: puertas, estanterías, cajas, productos...", añade Gaspar.

ESTACIONES DE INFORMACION El consumidor también nota el cambio. Hay 40 estaciones de información donde con solo acercar el producto en la pantalla se muestra la sinopsis, datos técnicos y de edición, precio, otras obras del autor y recomendaciones. También se pueden realizar búsquedas e imprimir la información. Al pasar por caja, ya no se escuchan los típicos bips: solo con poner los libros sobre la mesa, el ordenador lee las referencias.

¿Qué ha conseguido Byblos? "Los clientes pasan normalmente una media de 15 a 20 minutos en las tiendas de este tipo. En Byblos se pasan 45", añade Gaspar. Además, han logrado un promedio de conversión de ventas del 30%, a razón de 2,7 productos por persona.

Otro ejemplo de las ventajas de la RFID es el de la cadena de tiendas de ropa Throttleman, donde desde hace dos años utilizan la radiofrecuencia en el almacén. Han reducido el tiempo de clasificación y envío de cinco a un días, el estoc y el espacio necesario en el almacén. En las tiendas también empiezan a explotar las posibilidades de la tecnología, y en el centro comercial de Cascais han instalado el Magicmirror: un espejo interactivo táctil desarrollado por Avery Dennison que, al acercar las prendas (todas incorporan la etiqueta RFID), muestra información como precio, otros colores, tallas, productos que combinen con la elección...

Actualmente solo está disponible para consultas, pero en el futuro lo instalarán en los probadores: cuando el cliente quiera otra talla o color, solo tendrá que tocar la pantalla e indicarlo en el espejo. El dependiente, equipado con una PDA, recibirá la orden y facilitará el género al cliente. Más cómodo, más ventas.